Al Lector; por María Antonieta Montecinos

Esta biografía ha nacido de la necesidad, en primer lugar, de dar a conocer a mis hijos y descendientes, la historia de mi vida,...Leer Más>>>

sábado, 13 de octubre de 2012

Capitulo 80 La venganza del Car’e Chancho


1983 Febrero, 43 añitos.
Pasó que una noche los niños salieron a ver videos al pueblo del Quisco.   Era tarde y todavía no llegaban.   Jimmy estaba rabiando porque todavía no obedecían de venirse a la hora del permiso, ya estaba aburrido de pasar malos ratos.   Primero fue el asunto del INCENDIO, luego cuando se metieron a la laguna con LITRE, regañaba porque en este veraneo, el no podía descansar.   Todavía no llegaban a la 1 y el ya quería acostarse, se paseaba de un lado para otro, preocupado por la hora.   Se sentó en el living, con cara de pensamiento profundo, un buen rato, y de pronto se paró y dijo: “¡ya está, tengo la solución!”.   ” ¿Cual solución?” pregunte yo.   ” ¡Ya verás!” fue toda su respuesta, y se fue al dormitorio, donde trajinaba en el closet.

Alicia y yo seguimos conversando, no le hicimos caso.   Ya cerca de las 2 de la madrugada, sentimos unas risas, eran los niños que venían entrando por el patio de atrás en punta de pies.

“¡Chiss!” Me dice mi hermana, “parece que ya vienen estos patudos, espera no más”.   Se para y se esconde tras la puerta que daba al patio, para sorprenderlos.

Yo me levanto de la mesa y voy al dormitorio a decirle a Jimmy que los niños venían llegando, para que se tranquilizara.   Y cual no fue mi sorpresa, Jimmy no se encontraba en el dormitorio, ni en la casa.

“Bah”, me dije a mi misma, “tal vez se aburrió de esperar y los fue a buscar”.

En eso siento la voz de Rosa María que gritaba desde el patio trasero: “¡No me importa el dolor, no me importa el dolor!” Y gateaba por las escaleras, al mismo tiempo que intentaba subir poseída de pánico, se orinaba.

Yo no entendía nada, solo veía que entraban a la casa, uno por uno, pálidos, temblorosos, enojados, llorando otros, asustadísimos.

Detrás venia Jimmy muerto de la risa, con una frazada y una linterna en la mano “Que cabros mas estúpidos, ¿Cómo se pueden asustar tanto?”.   ¿Qué pasó? Pregunté..   “Nada” respondió Jimmy, “Es que estos cabros me tienen tan cabriado, que me disfracé del CAR’E CHANCHO, para que la corten, ¡mira la hora que es!”.   “Es la venganza del car’e chancho” decía, y se mataba de la risa.

Ramiro que lo escuchó decir eso, preguntó alterado “¿Tu hiciste eso?” y lleno de rabia se abalanza furioso contra Jimmy, pegándole en el pecho con los puños, y gritaba ”¡Te voy a matar, te voy a matar!”.

Alicia lo tomó y lo llevo a sentarse en el sillón para calmarlo.   “Es que ustedes tienen aburrido a su tío”, les dijo.   ¡Son las 2 de la noche y no llegaban!”.

Todos estaban aterrorizados y paralizados, entonces yo le pregunté: “¿Qué hiciste Jimmy, que es el cara de chancho?”.   “Nada, si es una estupidez, una leyenda que me contaron cuando chico, de un hombre que se aparecía y tenía cara de chancho, y me acordé de ese cuento y quise asustar a estos tontos porque me tienen hasta la coronilla”.   ¿Y qué hiciste?, pregunté.

Se reía y se reía, y decía “Pero si solo me escondí detrás de una árbol en el patio trasero y me aparecí en la oscuridad cuando venían entrando, me puse una frazada con una linterna bajo el mentón, avancé un paso y les grité con voz ronca Yo soy el car’e chancho, eso fue todo, y salieron horrorizados y espantados.   Mira si serán tontos, ¿cómo no conocieron mi voz?, además es absurdo, ¿cómo va a ser cierto algo que yo mismo estoy advirtiendo Yo soy el car’e chancho?”.

Se armó una gritadera, todos al mismo tiempo, ofendidos y furiosos, enojados porque ninguno se dio cuenta que era Jimmy.

Lo retaban, le gritaban, “¡Como podía hacer algo tan estúpido!, etc, etc..!”  

Al fin Jimmy le dijo “Esto es para que aprendan a obedecer, y no estén dando problemas, mañana no saldrán a ninguna parte y se quedarán ayudando aquí en la casa, ¿Oyeron?, váyanse a acostar”.   “Ah, ah, y los mas grandecitos tienen más responsabilidad en todo esto”.   Luego dio un portazo y se fue a acostar.

Se fueron cabizbajos a sus dormitorios, yo escuché a Felipe decir “No ven, yo le dije que nos viniéramos, que el tío se iba a enojar”.   “Claro puh, después de la batalla todos son generales, cállate mejor” dijo Ramiro.   El resto del contingente mudo a obedecer.   Silencio a obedecer.

De pronto me acordé de Rosa María, que vi que no estaba, y pregunté por ella.   “¡Ah!”, dijo Felipe, “¡de veras, la Rosa!”.   Yo salí a buscarla y escuché unos llantos en la escalera del patio de atrás, todavía estaba tirada en el suelo, tenía una crisis de pánico, yo traté de ayudarla a pararse, y ella no podía levantarse, tiritaba y lloraba, estaba con las rodillas heridas y toda mojada.   Por fin se logró poner de pié y la llevé al comedor, entró como aturdida y se fue para su pieza sin decir nada, estaba aterrada.   Con Alicia la ayudamos a cambiarse de ropa y acostarse.


Luego nos fuimos al living con Alicia, estuvimos calladas, después de un rato de silencio, Alicia dijo en voz baja “¿Quieres una tacita de té?, bueno” respondí cabizbaja, “nunca había visto a Jimmy tan enojado”.  

Alicia me dijo: “lo que pasa que estos cabros hue…, tienen cabriado a Jimmy, déjalos no más.   Está bien que reciban un castigo”.   Y nos aguatábamos la risa.   “Ojalá que mañana a Jimmy se le pase el enojo, y que los niños se porten bien” respondía.   “No te preocupes Toñi, mañana ya veras, que andarán como seda” y nos fuimos a acostar.

Al día siguiente, todos estaban en pie muy temprano, poniendo la mesa, haciendo sus camas, sirviendo el desayuno, sin peleas en el baño como era de costumbre, sin comerse el pan del otro, sin discusiones y hablando en voz baja, parecían un ejército de angelitos.

Alicia y yo nos mirábamos, sin hablar una palabra.   Cuando terminábamos de desayunar llegó Jimmy a desayunar.   Alicia se paró y se fue a la cocina.   Estuvimos un rato callados, yo no sabía que decirle, la verdad, me quedé sorprendida de su actuación de la noche, esperé que el dijera algo, pero no hablaba, solo miraba de reojo a los pequeños fantasmas que pasaban detrás de nosotros.   Había un silencio ambiental, y pasaban unas sombras mudas.   Luego de una rato, Jimmy me miró, luego miró a Alicia, y dijo sonriendo: “¿Ustedes también le tienen miedo al CAR’A CHANCHO?”.

Esto que dijo y Alicia se para y le das dos puñetes en el hombro, diciéndole: ”¡Igual que tú cuando te contaron el cuento, cuando eras chico, puh!”.   Largó una carcajada Jimmy y dijo a Alicia: “¡Estuve convincente, hasta combos me dieron”.

Y Ramiro, que estaba detrás de la puerta, escondido, entro y le dijo: “Claro, te escuche, también tú le tuviste miedo, y nos decías que era absurdo”.

Jimmy riendo respondió: “Es que yo tengo mucha letra, pero se lo creyeron los tontos, ¿ah?”.

Ramiro salió corriendo donde los niños, gritando: “¡Felipe, José Luis, Rosa María, el tío Jimmy también creía en el cara de chancho y también le tuvo miedo!”, estaba feliz, ya no se sentía el único con miedo, también su tío lo tuvo.

Luego todos salieron al comedor a enrostrarle sus palabras mentirosas a Jimmy.

Jimmy aceptó todo, se rió mucho con ellos, pero no les quitó el castigo “Pero hoy, no salimos, mañana si se portan bien, los llevaré en auto a Algarrobo a comer palmeras”.

“Bravo” gritaron “Algarrobo, que rico”.

Christopher que siempre ha sido desconfiado, preguntó dubitativo: “¿Y nos vas a comprar palmeras “de verdad?”.

“Según como se porten” respondió Jimmy

Pero Ramiro preguntó: ”¿Y cómo lo hiciste, para que nadie se diera cuenta?”.

“Si” dijo Rosa María, “¿Y quien cerró la puerta principal?”.

¿Quieren un declaración detallada de la escena del crimen?, preguntó Jimmy.

“¡Siiii!”, gritaron todos ”cuéntanos”

Jimmy dijo: mi plan fue el siguiente: cerré la puerta delantera para obligarlos a entrar por la puerta del patio trasero, apague todas las luces exteriores de la casa y del patio trasero, me escondí en el bosquecito de pinos muy tupido y me cubrí la cabeza con una frazada, luego me puse la linterna en el pecho bajo el mentón y cuando entraron en punta de pies riéndose y tropezando al patio, di un paso adelante, y les grite en medio de la oscuridad “Yo soy el Car’e Chancho”, encendí la linterna y avancé hacia el grupo que no lograba entrar ni acertar con la puerta porque estaba muy oscuro y el susto les impedía pensar y se caían y tropezaban.

Los niños dijeron que el tío era casi diabólico.

“¡O sea que todo fue planeado!” exclamó Ramiro con admiración, y Alicia agregó burlona “O sea que Agata Christie es una alpargata vieja al lado de Jimmy” y todos rieron.

Se acabó la tristeza, todos felices.   El resto del veraneo lo pasamos estupendo.

Y para siempre ese veraneo quedó bautizado como “EL CAR’E CHANCHO”

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sábado, 15 de septiembre de 2012

Capitulo 79 El Litre en El Quisco


Año 1983
Otra anécdota ocurrida en este veraneo familiar en El Quisco, fue EL LITRE.

Como eran tan inquietos los niños, y querían divertirse siempre en cosas nuevas, mi hermana Alicia, que le encantaba salir de paseo, llevó una tarde a los diablillos a pasear a un lugar, que según le habían contado, tenía una laguna maravillosa, con un paisaje de sueño.

Partió el batallón, aperados como corresponde de picnic: trajes de baño, toallas, bebidas, gorros, etc..

Los integrantes eran: mi hermana Alicia, Rosa María que vivía con nosotros, mis hijos Christopher y Kathleen, Eileen no fue porque era muy pequeña, los hijos de mi hermana Felipe, Ramiro y José Luis, además de dos amiguitas que estaban veraneando con nosotros Claudia y Eliana Navarro, hijas de una amiga Eliana Díaz de Navarro del Camino Neocatecumenal, la cual no se encontraba con nosotros ese día porque volvió a Santiago al funeral de su padre.

James y yo no fuimos al paseo, queríamos descansar un poco de tantos angelitos, y además mi esposo estaba muy enojado por lo del incendio que habían provocado Ramiro y Christopher.

Partió la comitiva rumbo al paradisiaco lugar, a pasarlo “chancho” como ellos decían, unos amigos les habían contado que era una laguna maravillosa, tranquila, solitaria, llena de sauces, plantas, con lugares para incursionar “fantásticos”.

Se instalaron bajo un sauce llorón, se pusieron los trajes de baño, pero primero obviamente comieron y bebieron, jugaron a hacer columpios con las ramas del sauce.

Pero las señoritas Eliana, Claudia, Rosa María y Kathleen, no les pareció tan limpia el agua, porque era algo verdosa y hasta tenía un tronco de árbol adentro, lo cual no les “tincó” mucho meterse a la laguna. Solo se metieron Felipe, Ramiro, José  Luis y Christopher.

El personal femenino se quedó con la tía Alicia disfrutando de las risas, del paisaje y del picnic.

Los niños jugando felices en el agua, luego se les ocurrió llegar hasta el árbol nadando, subieron a él y jugaron pasando por arriba y abajo.

Pero de pronto Alicia escuchó unos gritos: ¡Ay, Ay, Ay!, gritos que se ponían cada vez mas angustiosos.

Volvieron todos los niños a la orilla nadando y quejándose que algo les picaba, y se rascaban y se rascaban, todo el cuerpo.

¿Que pasa preguntó? mi hermana.

¡Nos pica el cuerpo”!, gritaban desesperados.

Eliana que tenía una uñas largas y muy pintadas, porque era muy “pituca”, se dedicó a rascarles la espalda, pero los gritos eran tan fuertes que decidieron volver a la casa. ¡Era una gritadera infernal!.

Llegaron corriendo a la casa y yo desperté a James, quien dice: ¿”Que pasa ahora”?.
¡“Los niños tienen algo que les pica, ven por favor”! respondí.

Se levantó James disgustado: ¿“Ahora, que se les habrá ocurrido por la santa madre”?.

Fuimos al patio, y James al verlos gritó: “¡Ah, eso es litre”!  ¿Qué hicieron, estuvieron en un árbol de litre?.

Ah, grito Eliana, había un tronco de agua en el agua, ¡Entonces era litre!

¡Ay, dijo mi hermana, ¡Litre!

“Si, porque nosotras no nos bañamos, no nos tincó el agua” dijo Rosa María.

Mientras tanto los gritos desesperados de los niños, lo único que querían era que se le pasara la picazón, tiritaban, gritaban y se rascaban como locos “Tío, tío, que podemos hacer”?.

“Tirarse a un barranco”, respondió indignado James. 

Luego dijo burlesco “Yo les voy a solucionar el problemita”.

Y se dirigió al patio, agarro a tirones la manguera y los hizo ponerse en fila, y les tiró gustosamente agua a chorros por todas partes y les cantaba irónico y burlón “Como el agüita fresca, riega riega las plantas….……...”



Mi hermana indignada reclamaba “James, James no sea bruto”.  Pero James estaba feliz, vengándose de la siesta que le arruinaron, más el incendio del día anterior, y continuaba cantando.

Después fuimos a la farmacia y nos recomendaron una pomada para la urticaria.

Así es como terminó el feliz paseo, echándoles pomada por todo el cuerpo ¡Kilos y Kilos de pomada!
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lunes, 27 de agosto de 2012

Capitulo 78 El incendio


Mi Hermana Alicia
El Incendio en El Quisco
Año 1983, 43 años

Una vez, estábamos veraneando en el Quisco con mi familia, mi hermana y sus hijos.

Sucedió que Ramiro, hijo de mi hermana y Christopher, mi hijo mayor provocaron un incendio.

Ramiro que era el “Pirómano”, de unos 10 años y Christopher, 7 años.

Andaban “aburridos”, según la explicación posterior que dio Ramiro, y no hallaron nada  mejor que hacer los dos, que ponerse a quemar paja con unos fósforos.

La casa que arrendábamos, estaba rodeada de paja seca, la calle se llamaba “La Princesa”.

Así estaban los dos muy divertidos, quemando pajas con fósforos, quizá hacían algún experimento.


 Pero como en todo experimento, algo siempre sale mal, como hacia viento, de pronto el fueguito comenzó a crecer y crecer y no lo podían controlar.

Ramiro entonces, que era el profesional en incendios, mando a Christopher a buscar agua corriendo.

Christopher volvió con un vasito de agua, que por supuesto aumentó la llama en vez de apagarla.

La cosa se puso fea y las llamas se descontrolaron de tal forma que se espantaron y fueron a esconderse.

Mi esposo, James, que estaba en la terraza, leyendo el diario, vio las llamas, se paró y viendo que el fuego avanzaba hacia la casa peligrosamente, agarro a Christopher, que venía entrando espantado a la casa, y le preguntó: ¿Qué paso?
Christopher lloroso y temblando dijo:

“Estábamos jugando”

“¿y Ramiro?” preguntó Jimmy.

-“No sé, se escondió” Respondió Christopher.

Mi esposo, fue donde mi hermana y le dijo:

“Alicia, Ramiro hizo un incendio, anda a ver”

Mi hermana quedo espantada, salió a la terraza y vio las llamas que avanzaban hacia la casa.

Mi esposo tranquilamente se volvió a sentar en el sillón de la terraza a continuar leyendo el diario, como que no pasaba nada.

Mi hermana entonces le gritaba a Jimmy:

“¡Anda a buscar a los Bomberos!”

-“¿Por qué?” decía Jimmy tranquilo,QUE VAYA LA MADRE DEL PIROMANO

Mi hermana desesperada, gritaba.

“¡Dios mío, se va a quemar la casa!”

Y le rogaba a Jimmy que la llevara en el auto al centro, a buscar a los bomberos.

Yo le suplicaba a Jimmy que la llevara a pedir ayuda, en el auto, ya que el viento, arrastraba peligrosamente las llamas hacia la casa, que arrendábamos.

Por fin, Jimmy se paró y fuimos al “Quisco” a pedir ayuda a los Bomberos.
-“Buenos días” dijo el bombero, “¿Qué necesita?”

-“Informar de un incendio en la calle “La Princesa”, en el pastizal”, dijo Jimmy.

-“¿Quién es el responsable del hecho?”

Preguntó el Bombero.

-“No sé, aquí está la madre del Pirómano”

Respondió Jimmy, señalando a Alicia.

Mi hermana muy nerviosa le rogó al Bombero, que fueran a apagar el incendio.

El Bombero, tomó nota de la dirección del fuego, el nombre de la persona que hacia el aviso del fuego y la hora del inicio del fuego y el nombre del hechor.

-“Bueno” dijo enseguida, “Se le enviará el carro en cuanto llegue del incendio, que esta apagando en el sector norte”

-“¿No puede ser ahora?” preguntó Alicia suplicante.

-“Señora, tenemos solo un carro y en estos momentos está ocupado, no podemos hacer más” respondió el Bombero.

Nos fuimos de vuelta, angustiadas, con la idea que el fuego arrasara con la casa.

Jimmy, manejaba en silencio, mi hermana angustiadísima, preocupada también por Ramiro, que no sabíamos dónde estaba.

Yo lo único que hacía era rogar a Jimmy, que hiciéramos algo por mientras.

Jimmy molesto y nervioso, no respondía, estaba muy preocupado.

Al fin, llegamos, y nos encontramos con la sorpresa, que unos lugareños con unos sacos estaban apagando el fuego, golpeándolos contra el fuego.

Jimmy y Alicia también se pusieron a ayudar, mientras yo iba a ver a los niños que estarían asustados en la casa.

Todos a mi alrededor, como gallina con pollos, miraban como golpeaban el fuego y gracias a Dios, se iba apagando.

Al fin, casi cuando no quedaba ya fuego, llegó el bendito carro metiendo tremendo ruido, abriéndose paso con la sirena.

Así, ellos terminaron de apagar totalmente el incendio.

Pasaron unas horas, para lograr sacar el humo de la casa y poder tranquilizarnos un poco.

Abrir ventanas y sacudir cubrecamas, ¡Todo el ambiente estaba pasado a humo!

Todo este siniestro comenzó como a las 6 de la tarde y al fin termino a las 7:30 de la tarde.

Ya pudimos sentarnos en la mesa y descansar un poco, beber agua, ir al baño.

Luego, la preocupación:

¿Dónde está Ramiro?”

Alicia lloraba, porque pensaba que Ramiro quizás que cosa podría hacer, por el miedo que tendría por lo que había hecho.

Quiso salir a buscar a Ramiro.

Salimos en el auto, con los niños a buscar a Ramiro.

Preguntamos a la gente si había visto a un niño con camiseta azul, pelo negro, de 10 años.

No obtuvimos ningún resultado.

Luego fuimos a la playa, a buscarlo.

A las 8 la playa estaba vacía, todos llamando a Ramiro, buscándolo en la playa con los niños, por todas partes.

Nada, no aparecía Ramiro-

Mi hermana temía que Ramiro llevado por el miedo, se hubiera lanzado al mar.

Estuvimos buscándolo  hasta las 10 de la noche.

NADA.

Ramiro no aparecía.

Volvimos a la casa con los niños, tal vez estaba escondido, y aparecería, cuando anochezca.

Volvimos a la casa,  agotados, tristes, preocupados.

Alicia se paseaba hablando sola y decía:

¡Espérate a que vuelva no mas, lo voy a matar al desgraciado!”

“¡Mira las molestias que nos vino a hacer pasar!”

De pronto, llevada por la ira, resolvió que preparáramos onces no mas, todos los niños estaban hambrientos y agotados.

Pusimos la mesa, y preparamos onces, pero nadie tenía muchas ganas de comer de la preocupación.

De pronto, a las 10: 30 de la noche, aparece Ramiro, tomado de la mano de una señora, que se presentó diciendo:

“Perdón, yo venía a traer a este niño, que lo encontré en mi casa, rezando  a la Virgen en mi Gruta, tiritando y llorando”.   Yo lo invite a pasar y él me contó lo que había hecho y tenía miedo de volver a su casa, porque lo iban a castigar”.

Yo entonces lo hice pasar y como estábamos comiendo un asado en el patio, lo invitamos a comer”.

“Pero ahora, quiso volver, pero yo les pido que no lo castiguen ni lo reten al pobrecito, porque él lo hizo  sin querer y me juró ante la Virgen, que no lo va a hacer nunca más”.

“¡Por favor, no lo castiguen, él es tan bueno y está tan arrepentido!”

¡Todos nos quedamos pasmados escuchando a la señora, nadie se movió siquiera del asiento!

-“No se preocupe señora” dijo Alicia.

-“¡Nosotros no lo vamos a castigar, son cosas de niños!”

Salió Alicia a dejar a la puerta a la señora. Pasó un rato, que ella se alejara.

Y una turba de puñetazos, gritos e insultos, ofensas, indignación de mi hermana y todos los demás cayó sobre el “inocente”, que se tuvo que aguantar la paliza y la gritadera sin derecho a reclamo.

 

¡ÉRAMOS UNA FAMILIA MUY UNIDA!”

¡Y CATÓLICA ADEMÁS!”
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De Izquierda a derecha Miguel Socías, Fabiola Soriano, María Antonieta Montecinos y James Parker