Al Lector; por María Antonieta Montecinos

Esta biografía ha nacido de la necesidad, en primer lugar, de dar a conocer a mis hijos y descendientes, la historia de mi vida,...Leer Más>>>

viernes, 22 de junio de 2012

Capitulo 76 El Buen Jardinero

                                             SUCESOS  PARANORMALES

                                  “El Buen Jardinero”               1964,  (24 años)

          Un día, mi hermana, ya casada, tomó un jardinero y me contó que trabajaba muy bien; que era muy atento, hasta le llevaba el desayuno a la cama porque ella estaba embarazada y no se podía levantar.   Incluso cocinaba y cuidaba a los niños: ¡era la séptima maravilla!         

          Él se quedaba cuidando a mi hermana cuando Álvaro tenía turnos de noche; atendía a los niños, los bañaba y acostaba.

          Él se quedaba solo en la casa con mi hermana.   La atendía, le llevaba el almuerzo, iba a la farmacia a comprar remedios.  
       
          Ella me contaba, por teléfono, que era como tener un Ama de Llaves.   Era el hombre de confianza de la familia.

         Un día la fui a ver, estaba con molestias en su embarazo, y me abre la puerta el famoso jardinero.   Yo, al verlo, sufrí un estremecimiento, sentí un súbito miedo cuando le miré la cara.   Él al verme, pareció también sobresaltado, se puso nervioso.  

          “Soy la hermana de Alicia”, le dije
      
          “Sí, si sé”, respondió

          “¿Y cómo sabe?”, pregunté.

          Él estaba muy nervioso, y no dejaba de mirarme, como si yo representara una amenaza para él.

          “No sé, como ella me ha hablado tanto de usted”, dijo.   “Pase, pase”

          Yo subí a ver a mi hermana, temblando, y él venía detrás.   Alicia estaba sola en casa, en cama.   Yo sentía sus pisadas detrás de mí, como si tuviera una plancha de fuego en mi espalda.   Traté de adoptar normalidad.

          “¡Hola!”, dije a mi hermana, “¿cómo estás?”

          “¡Hola, Toñi!, aquí está la persona de quien te hablaba, es mi ángel de la guarda.

          “Sí”, respondí, “ya nos hemos saludado”.

          “Así que usted es la persona de quien tanto me hablaba mi hermana”, le dije

          “Ah, sí.   Yo quiero mucho a su hermana, ella es muy buena”, respondió.

          Pero me miraba de manera extraña, como si yo lo atemorizara, y al mismo tiempo, como si presintiera el pavor que me infundía, como un instinto animal.

          Me senté, lo más lejos de él, a conversar con Alicia.   Pero él no se iba del dormitorio, yo quería conversar en privado con ella.

          De pronto, Alicia dijo: “¿Nos podrías traer una taza de té con galletas?”

          “¡Cómo no!”, respondió y salió del dormitorio.

          En cuanto salió, le pregunté a Alicia que de dónde había sacado a ese jardinero.   Ella me contó que un día había llegado para pedir trabajo, hacía un año, y Álvaro lo había tomado para que arreglara el jardín, y había resultado una excelente persona.   Ella estaba muy feliz.
 
          De pronto me miró y me preguntó: “¿Qué te pasa Toñi?, ¿por qué tienes esa cara?”

          En ese momento sentí los pasos del jardinero, que venía subiendo con el té y me callé.   Sirvió el té y dijo que iba a arreglar el jardín.   Después de que salió, mi hermana me preguntó, otra vez, qué pasaba.

          Yo sentía un pánico inexplicable, estaba como muda y forcé, forcé mi mente con tal fuerza y dije: “es un asesino”, se lo repetí, “es un asesino”

          “¿Qué dices?”, dijo Alicia, “¿quién es un asesino?”

         “El jardinero”, respondí.   “Échalo, ¡échalo! Es un asesino”, dije, gritándole.
        
          Ella me hizo callar: “estás loca, ¿qué estás diciendo?”
 
          Yo sentí, en un instante, una absoluta certeza y hablé con gran calma:

          “Hermana, ese hombre es un asesino.   Tú no puedes estar  aquí sola con él y los niños, ¡por favor!, hazme caso, échalo”

          “¿Pero qué voy a decirle a Álvaro?, ¡me va a decir que estoy loca! Este hombre es un pan de Dios.” 

          Se levantó agitada, se puso la bata y me dijo: “voy a la cocina a buscarme un cuaderno”.

          Yo la seguí.   Allí estaba el jardinero, sentado a la mesa, tomando té y comiendo.   Por lo visto, en todo ese rato no había ido al jardín.

          Había un cuchillo muy grande en el mesón.   Lo miré y me dolió el estómago intensamente…el hombre me miró con odio, y también miró el cuchillo.   Mi hermana captó esa mirada, que nunca antes le había visto; se dio cuenta cuando ambos miramos el cuchillo.

          “¿Qué desea, señora?, preguntó.   ¿Por qué se levantó?

          Alicia actuaba, con desazón, nerviosa.   Se puso roja y buscaba algo sin saber qué.

          “¿Qué busca?”, preguntó

          “Nada.   Vine a buscar leche”, dijo ella, sin mirarlo.   Sacó un vaso de leche y se lo llevó.

          “Pero, ¿por  qué no me lo pidió?”, reclamó él.

          “No es nada, no es nada”, dijo Alicia.   “Quería estirar las piernas”

          La seguí, pensando ¿cómo es que a mí me dijo que iba a buscar un cuaderno? ¿Por qué a él le dijo lo de la leche?   Ella estaba tan nerviosa y agitada que no se sabía lo que quería, y se daba vueltas.

          Cuando llegamos arriba, se acostó; se reía nerviosa, y se echaba viento con una revista.   Me dijo: “Tú con tus cosas… ¡ahora me dejaste preocupada! No sé por qué te miró así cuando miraste el cuchillo.   ¿Nos habrá estado escuchando?”

          La cosa es que yo, a veces, sentía algo extraño, indefinido, pero se me pasaba luego.   Pero otras veces me preguntaba ¿por qué esta persona, que es tan amable, me hace sentir algo extraño?

          “¡Y ahora tú me vienes con este cuento! ¡Tú siempre con tus cosas raras!, me asustas, aunque siempre aciertas.   Ahora que vi cómo te miró me asusté y pensé: ¿no será verdad lo que dices?

          “Tienes que hablar con Álvaro”, le dije.   “Que lo investigue.   Y por ahora busca cualquier disculpa para no estar a solas con él.   ¡Por favor!, no podré dormir tranquila si no me haces caso.

            ¿No habrá alguien que te pueda acompañar?… ¿Y cómo se hizo esa cicatriz en la cara?”

          “Él dijo que lo habían asaltado porque estaba durmiendo en la calle”, respondió Alicia.

          Me fui muy preocupada y llamé a Álvaro para que se viniera temprano porque Alicia necesitaba hablar con él.

          Álvaro escuchó todo el relato y no creyó nada.   Le dijo a Alicia que eran puras tonteras mías, pero Alicia insistió tanto que él prometió investigar al  jardinero.

          Cuento corto; el jardinero había estado en la cárcel 15 años, cumpliendo condena por asesinar a su esposa con un cuchillo.   Le dio tres puñaladas por la espalda, por celos.   Había sido un crimen pasional, catalogado como locura súbita o locura temporal, según el diagnóstico psiquiátrico.   Le redujeron la pena, por eso salió del psiquiátrico a los 15 años de presidio.   El tajo en la cara se produjo en una riña con otro reo.

          La cosa es que lo dejaron salir porque, según el psiquiatra, ya no era peligroso.   Tenía que ir periódicamente a controles, pero no fue nunca.

          Álvaro estaba asustado, temía que al echarlo le viniera la locura; quizás cómo podría reaccionar.   No hallaba la forma de echarlo, porque Alicia estaba sola en casa, y él tenía turnos de noche.

          Hasta que por fin habló con su jefe y consiguió permiso para tomarse unos días de descanso, porque se sentía enfermo.

          Le dijo al jardinero que él estaría en la casa y que no podía continuar pagándole, por los gastos médicos que tenía.
  
          Después de eso, el jardinero fue dos veces a mi casa porque quería hablar conmigo.   Yo, con el pánico que tenía, le conté a mi papá la historia, y él, entonces, se encargó de decirle que yo no deseaba hablarle, y si quería, que me enviara el recado.   No quiso dar el recado y se fue.

          A mi papá tampoco le gustó para nada el hombre, y les dijo a todos que no le abrieran la puerta, si es que volvía a venir.

          Yo, por supuesto, no le conté a mi papá cómo había sabido que ese hombre era un asesino; le eché la culpa a Álvaro, que había sospechado de él…porque si le cuento la verdad, habría creído que tenía una hija loca o bruja, como él llamaba a las personas que tuvieran cualidades raras.

          Por eso no le gustaba mi amiga Wilfred, porque era extravagante, decía.   Esa gente artista, todos medio locos.   Me decía:

          “Esa niñita, ¿cómo se le ocurre andar todo el día en zancos?, ¿no tiene madre que la cuide?” 

          Nosotras con mi hermana no hablábamos del tema.   Ella sabía que esas especies de adivinanzas mías me daban mucho miedo, y prefería no conversar sobre el tema.

          Pasé muchas noches con pesadillas, viendo a ese hombre.   Tenía que dormir con la luz prendida.   Menos mal que la segunda vez que vino, mi papá lo amenazó con que llamaríamos a los Carabineros y lo meterían a la cárcel de nuevo.

          Así es que, gracias a Dios, no volvió más a buscarme.   Yo estuve mucho tiempo con miedo de salir a la calle.

Interpretado por Marión, en Septiembre de 2004

1  Definición del fenómeno: “Percepción extrasensorial”
2  Habilidades usadas:
a)    Capacidad para percibir sentimientos negativos de la gente (“yo al verlo sentí estremecimiento, un súbito miedo”)
b)    Seres ascendidos que me transmiten para mi bien o el de otros (“forcé, forcé mi mente, y dije: es un asesino…”)
c)    Mis ojos pueden ver más allá de lo que pasa en el otro (“Había un cuchillo muy        grande en el mesón.   Lo miré y me dolió el estómago intensamente…el hombre me miró con odio, y también miró el cuchillo”)
d)    Capacidad de percibir maldad con TODO EL CUERPO y localizar el lugar preciso del daño, del odio (“sentía sus pisadas detrás de mí, como si tuviera una plancha de fuego en mi espalda”) Percibí el daño en mi espalda, el calor.   Luego se supo que asesinó a su esposa por la espalda.
e)    Conexión del cuchillo con su pasado (“Lo miré (el cuchillo) y me dolió el estómago intensamente…el hombre me miró con odio, y también miró el cuchillo”)
f)    Frío: Muerte
g)    Buscar cuaderno: buscar la historia
h)    Cuchillo: completa la Gestalt de las recibidas desde el comienzo de la historia; el hombre  comprende que ha sido descubierta su historia y me toma miedo y odio.   Comprende que ha sido descubierto.


Comentario de Psicologo Miguel Felipe Socias Postius, mfsocias@gmail.com
2012 Julio

Esta historia aterradora ha de comentarse partiendo por un dicho ya muchas veces escuchado "si es demasiado bueno como para ser verdad, probablemente es mentira".   Muchas veces hemos atendido casos en que nos relatan situaciones semejantes a la narrada por Antonieta, personas extremadamente encantadoras, que parecieran adaptarse a todo lo que necesitamos y no parecen tener egoísmo ni exigencia alguna pueden ir entrando lentamente en nuestras vidas para aprender a dominarnos, las personas que actúan como cazadores acechan y observan, no se involucran y nos dan en el gusto en todo, en la medida que no actuemos distinto de lo que desean.   Si una persona parece amoldarse perfectamente a todos nuestros requerimientos y jamás nos cuenta su historia o se revela ante nosotros como una persona normal con diferencias de opinión y cansancio es porque lleva una máscara, de la que lo más sensato es desconfiar.
Antonieta fue capaz de intuir el peligro en este hombre con sus dones tan bien descritos por Marion.   Pero no hace falta contar con esa capacidad, solo es necesario negarse a aceptar ser sometidos a "grooming" ese empalagoso proceso de manipulación en que el acechador nos estudia y nos convence, reflejando nuestras preferencias nos manipula con absoluta frialdad.   Ese elemento es imposible de ignorar y es el indicador principal de que la persona con la que tratamos nos está mintiendo.  

Si un hombre o una mujer, te promete cosas demasiado maravillosas y te convence que es mejor aislarte de toda la gente que conoces y te envuelve en atenciones sin pedir nada a cambio, es preferible que intentes verificar si quiere sacar algún provecho de ti.
                                                                                                 Blog de Psicoterapia Energética
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