1990 – 2002, edad 50 a 62 años.
Este es un
capitulo de mi historia, muy difícil de tratar para mi, he tratado meses en
decidirme a enfrentarlo, no quería recordarlo, fue demasiado duro. Pero mis psicólogos actuales me aconsejaron
enfrentarlo, para lograr superar esta etapa de mi vida y así se quede por fin
en el pasado. Es verdad, creo que
ponerlo aquí, es parte de mi sanación psicológica.
Vagamente
recuerdo estos años, trataré de recordar algunos hechos, que quedaron en mi memoria,
porque como vivía llena de remedios que me mantenían aturdida, serán como
pinceladas que quedaron en mi mente.
Fue un tiempo
confuso de mi vida, o sea mejor dicho de mi NO VIDA, porque no era yo esa
persona, era un ente, que pasaba de médico en medico, como quien vive una
eterna pesadilla, donde no recordaba bien el día, mes, o año en que vivía, solo
cambiaban las tabletas de un medico a otro, pero ninguno me sacaba, de aquel abismo
profundo, en que me encontraba.
Las personas
pasaban delante de mí, como si fueran parte de un sueño. Lo único que deseaba era dormir, estar sola,
y encerrada, llena de miedos, hasta salir al patio de mi casa me daba temor,
ansiedad, pronto volvía a mi encierro. Me
sentía un robot, que iba donde me llevaban y sin disfrutar de nada,
Recuerdo que
mi perra, tuvo muchos perritos, y yo me sentaba en una silla en el patio y
jugaba con los perritos, no sé cuánto tiempo, solo sé que si venia alguien,
rápido yo me iba a mi dormitorio, la gente me ponía ansiosa, no quería estar
con nadie. Ya no quise ir a la
COMUNIDAD, las celebraciones me agotaban, además no entendía ni retenía nada en
mi cabeza.
Este tiempo no
lo hubiese querido recordar nunca, peo haré un gran esfuerzo, en ponerlo aquí
con la intención de ayudar a alguna persona que mi experiencia le pueda servir
y así, no se sienta tan sola y sin esperanza, como yo me sentía, cuando veía
que pasaban los años y nunca me sanaban los médicos ni especialistas por doce
años.
Año 1990
Cuando comenzó
esta depresión me trató una psiquiatra que me dio un tratamiento “cura de
sueño”, que me tuvo en cama por una año, por supuesto de este tiempo, no me
acuerdo casi nada, solo cuando me llevaban a controles.
Año 1991
Luego otro
psiquiatra me tuvo con tratamiento de “cura de sueño” otra vez por veinte días,
pero además me hizo electroshock para bloquear ciertos eventos de mi mente. Así estuve, en la clínica Santa Sofía, con
pastillas para levantarme, pastillas para animarme, y pastillas para dormir. De este segundo tratamiento recuerdo más,
porque me levantaban para almorzar y podía conocer otras personas y recibir a
mi familia los domingos de visita.
Anécdota
“El cigarrito”: Recuerdo que una noche que estaba insomne, no me
hacían efecto las tabletas para dormir, entró una joven a mi dormitorio,
desesperada porque se había arrancado de su pieza, y la buscaba una monja. Me suplicaba que la dejara esconderse en mi baño. Yo la dejé y cuando entró a revisar la
monja, me hice la dormida, la monja miró la pieza y se fue. Luego la joven salió del baño y angustiada me
pedía cigarros. Yo le pregunté ¿Qué
pasaba?, y decía que la monja no la dejaba fumar después de las doce y eran las
dos de la madrugada. Le convide
cigarros, la vi tan desesperada, y se fue corriendo feliz. Al otro día supe, que no podía fumar, porque
le iban a hacer un examen, le estaba prohibido fumar ese día, el doctor estaba
muy enojado. Yo me asusté, pensando que
me retaría, pero ella no se acordaba, gracias a Dios, a que pieza había entrado. Esto es casi lo único que recuerdo de esa clínica. Cuando salí de ella, mi doctor que me estuvo
tratando por diez años, me ayudó a sentirme un poco mejor.
Anécdota
“101 dálmatas”: Recuerdo que una vez, Margarita Guajardo,
hermana de comunidad me llevó al cine a ver monitos animados, para sacarme de
mi encierro, la película era “101 dálmatas” de walt disney, fuimos a balcón
primera fila, pero no alcance a ver más que el comienzo de la película cuando
me sentí mal, comencé a sentir una angustia espantosa, taquicardia, vértigo,
quería arrancar del cine, me temblaban las manos, no podía soportar a esa
“Cruella” que quería matar a los perritos y su aspecto era espantable . Tuvimos que irnos, la pobre Margarita
nerviosa, no entendía como unos monitos animados me podrían provocar tal efecto. Ella se sentía tan mal de haberme provocado
tal espanto, si ella solo quería ayudarme.
Hoy, le agradezco infinitamente a Margarita su amor, su intención de
entretenerme y nunca me he olvidado de este gesto generoso suyo. Lamentablemente yo todavía no estaba bien emocionalmente. ¡Ah!, pero si me acuerdo que me invitó a
tomarme unas ricas onces al Café Paula.
Anécdota
“El camión de la Coca Cola”: Un día que me sentía muy ansiosa
porque se me acabaron los cigarros, estaba desesperada sin fumar, y como no
había nadie en la casa a quien pedirle que me fuera a comprar, salí sola y
caminando con dificultad, ya que los remedios me provocaban temblores, mal
equilibrio y somnolencia . Pero salí
porque era mayor mi angustia por fumar.
Resulta que al cruzar la calle, viene un camión de la coca cola y yo no
me día cuenta. De pronto me veo sentada
en la pisadera del camión, donde se ponen los pionetas, ¡era la cosa más insólita!,
el camión doblo en la esquina y me bajé en la vereda del frente donde vendían
los cigarros, y baje tan tranquila sin ningún rasguño, como que aquí no ha
pasado nada. Continué caminando hasta
el negocio, compre los cigarros. Ni el
camionero se dio cuenta del hecho, ni yo tampoco. Iba pensando que ¿como fui a parar a esa
pisadera tan alta?, ¿como no me caí?, ¿como me baje con el camión en movimiento? Este es uno de los hechos que jamás me
podría explicar, en estado que andaba, solo la Providencia de Dios me acompañó.
Anécdota
“El paradero terminal”: Un día que ya me sentía mejor, iba a
yoga a una academia en Ñuñoa. Ya estaba
aburrida de necesitar compañía y decidí ir sola, ya sabía como llegar y volver. Tomé la micro, y sin enterarme me encuentro
durmiendo y un hombre me despertaba, era el chofer, y me dijo “¡señora, tiene
que bajarse ya llegamos al paradero!”. Yo
desperté sobresaltada y le pregunto “¿Dónde estamos?”. Respondió “¡en el paradero señora!” y me
dijo un lugar, pero no lo recuerdo. Solo
recuerdo que le explique que me quede dormida porque tomaba remedios y si me
podía llevar a una micro que me trajese de vuelta a mi casa. El chofer fue tan amable que me tomo del
brazo, me ayudó a bajar y me llevó a la micro que me traería por Santa María y
le pidió al chofer que me avisara en Alberto Pepper porque estaba enferma. Y así pude volver a mi casa. Una vez en mi casa, pensaba y pensaba:
“¡como me fui a dormir Dios mío!, ¡me podría haber pasado algo malo, que estúpida
soy!”. Y volvieron mis temores de andar
sola y esa incapacidad me volvió al encierro.
Anécdota
“El barón rojo”: Después de seis meses de encierro decidí salir al
centro a comprar, y estaba a dieta y tenía que tomar solo “Coca-Light”. Estaba muerta de calor y necesitaba tomarme
unos remedios para la depresión. Busque
un lugar donde tomarme la Coca, y encontré en el camino un Restaurant con una
puerta chica. Yo la verdad, no me fije
en el nombre del Restaurant y aunque lo
hubiera leído, nada me habría dicho. La
cosa es que yo entro al Restaurant y me sale a atender un mozo, y yo le pido
una Coca-Cola Light, para tomarme unos remedios. Este me miró con una expresión extrañada y
no me dijo nada, fue donde otro y se cuchucheaban y miraban, y este me dijo:
“Señora, aquí no se vende Coca-Cola Light y mejor es que se salga, porque ya
viene el minuto millonario”. “¿Y qué es
eso?, pregunte. Se miraron y no me respondieron. Ante estas miradas tan extrañas, yo recién
me empecé a fijar, que el lugar estaba semioscuro, yo lo halle feo, tan
obscuro, que apenas se veía. Después me
di cuenta, que las niñas que atendían, estaban ligeras de ropa. Que porquería pensé, tanto atado para
venderme una simple Coca-Cola.
Me iba a
venir, cuando se escucho una voz que gritó: “¡El minuto millonario!” Y cual no
fue mi sorpresa, cuando todas las vendedoras del Restaurant, se sacaron los
sostenes, quedando con los senos al aire.
Todos los hombres se achoclonaban a mirarlas. ¡Yo quedé perpleja! ¡Donde diablos me había metido!
Salí
espantada, casi corriendo del lugar, súper agitada, sin entender nada. ¿Cómo esa porquería chica y obscura de
Restaurant indecente, estaba tan repleto? ¡Era una picantería, mira que desvergüenza,
desnudarse en público, no mas así, delante de puros hombres! ¿Qué clase de mujeres eran esas, prostitutas? ¿En dónde diablos, me había metido yo? Fui, a ver el nombre del Restaurant picante
y en un letrero, medio oculto, no muy visible, decía: “El Barón Rojo”.
Llegue a
contarle a Jimmy, lo que me había pasado y éste, se estuvo riendo de mi, como
una semana. ¡Y para colmo se lo contó a
toda la comunidad! Todos se rieron a carcajadas de mí, algunos llegaban a llorar. Y Leoncio dijo; “Y para colmo le tocó el
minuto millonario.” Y todos se reían de mí.
Después me enteré que todos conocían el famoso “Barón Rojo”, menos yo.
Año 2002
Yo llevaba
unos doce años de depresión tomando remedios, pero no podía dejarlos, los
dolores de cabeza se intensificaron, eran cada vez más seguidos, más fuertes. Fui a ver al Dr. Eugenio Tenhamm, Neurólogo. El comenzó a buscar la causa de mis dolores,
me dio varios tratamientos calmantes, pero los dolores solo disminuían, no cesaban.
Una tarde me
vino un dolor tan grande, que no lo pude soportar, nunca había tenido un dolor
tan intenso. Mi esposo me llevó a la
clínica Las Condes de urgencia, y allá me internaron por una semana, me
hicieron todos los exámenes inimaginables.
Todos estaban bien.
El Dr. Tenhamm
sospechó de mi prótesis dental, he hizo una junta de dentistas en la clínica, y
me cambió de dentista y prótesis. Pasó
un tiempo y se alivió el dolor, pero volvió, tal vez ayudo pero no era la causa
última. Entonces decidí ir a ver a un médico
homeópata, para conocer otra opinión, y fui a ver al Dr. Enrique Bertossi.
Año 2004 - 2009
El Dr. Bertossi
empezó a tratarme con homeopatía, y su diagnostico fue que la depresión es
consecuencia de una fibromialgia y por tanto el comienza a tratarme ambos males. El me encuentra con mucha IRA, no
manifestada en tantos años de depresión.
El diagnostica que el dolor de cabeza y de todo mi cuerpo, eran causados
por la fibromialgia. Me da varios
remedios homeopáticos y tratamiento de Pilates, pero el remedio que hizo un
efecto impresionante para mi ánimo fu el “Lachesis”, que era para sacar toda la
ira de mí y sanarme de una vez. Este
remedio produce un efecto tan intenso que yo no me conozco a mí misma, exploto
como una olla a presión, contenida por años y años, de mucha, mucha ira. Pongo a continuación tres ejemplos de mi
cambio de comportamiento por efecto de este medicamento, que hace en mí un
efecto de catarsis.
Anécdota
“El municipal”
Una vez, vino
un representante de la municipalidad a sacarme una “multa”, porque yo estaba
podando mi árbol de la calle, sin autorización municipal, según él. -Yo que estaba tomando este remedio,
completamente acelerada y retando a medio mundo, completamente trastornada mi
personalidad, salí a atenderlo. Este
señor gritaba indignado, porque mi jardinero, que estaba podando el árbol,
debía bajarse inmediatamente del árbol, que se lo iba a llevar preso porque
estaba cometiendo una falta municipal y le gritaba que se bajara.
Yo, le dije,
que no se moviera del árbol, que él no tenía culpa de nada. Me dirigí al municipal, que venía con un
hijo guatón, igualito a él y una vieja flaca con nariz de bruja y le grité: “Mire
señor, para empezar el único que está cometiendo faltas a La Ley y debería ir
preso es usted, porque según la Ley Nº “tatata” (no me acuerdo que nº invente)”. “Ningún empleador público, puede dar trabajo
en su mismo lugar a un familiar, como un hijo”. “Está penado por Ley”
Y como la
bruja, traía un cuaderno de notas y un Lápiz, donde anotaba lo que hablaba el
Municipal, aproveche el periodo y dirigiéndome a ella le dije: “Anote, anote,
Ley Nº “tatata”” “Yo estudie leyes y lo voy a denunciar, ¿Cómo es su nombre?”. -El hombre asustado, retrocedió y mirándome
furioso, grito nervioso, señalando: “Y usted, quien es, a ver, si estudio
leyes, ¿Entonces por qué vive en este barrio? “Precisamente por eso, para
enseñar a los más pobres a defenderse de personas como usted, porque ellos no
tiene quien los defienda de las injusticias” le grite. “¡Mire que asustar con la cárcel a este
pobre jardinero, qué culpa tiene, para que se mete con él, métase conmigo!”. ¡La vieja tiritaba y se le caía el lápiz! Signo
seguro, que ese guatón, era efectivamente el hijo del Municipal y tenía miedo
que yo lo denunciara. “Anote, anote”,
le decía yo a la bruja tiritona. “¡Su
patrón es el que va a ir a la cárcel y usted, quedará sin empleo!”.
El municipal,
se puso más nervioso y temblando de furia y me gritó: “¡Y usted, quien la manda
a venir a meterse, a vivir, aquí con esa gente, por qué no se va a Las
Condes mejor, ya que no conoce como son
las cosas aquí!” “¿A sí?, respondí. “¿Usted,
me va a decir, donde debo vivir, cual es mi deber?”. “Para
que sepa yo trabajo en la parroquia San Joaquín, para ayudar a la gente a
conocer sus Derechos Legales ante gente como usted.” “Para que sepan defenderse de los abusadores
como usted”.
“Y tú”, le
dije al guatón chico: “Sabes que a tu papá un día lo van a llevar preso, porque
te da trabajo a ti en su oficina, contra la Ley”. El guatón chico tiritaba como flan de
gelatina, junto con las brujas”. ¡Abría
los ojos de plato, al pobre guatón!
“¡Yo me voy a
hablar con el obispo, para que diga en la tele, lo que sucede en esta
municipalidad!”. A esto, el guatón padre, los miro y dijo: “¡Vamos
mejor, no se puede conversar con una loca!”.
“¡Todo por $15.000 de multa!”. ¡La bruja guardó la libreta tiritando, los
tres, se fueron, nunca más volvieron! Todo
esto grite y no sé, de donde me salió ésta furiosa loca.
“Anécdota
“La Tinitis”
Una vez, me
comenzó un pito, en el oído, en la misma fecha que estaba tomando todavía “Lachesis”. Este pito insoportable, me tenía loca, de
día y de noche. Fui al Doctor
Especialista de la UC y me realizo un
examen, que según él, tenia: “Tinitis” y no tenia tratamiento, era imposible
quitarme ese pito, eso arrojaba el examen.
Quede horrorizada, con semejante noticia. ¡No lo podía creer! Me iba a volver loca con
ese infernal ruido constante. Pase
muchas noches insomnios, andaba vuelta loca con el pito. ¡No hallaba que hacer!
Fui a mi
neurólogo, que trataba mi depresión el Dr. Eugenio Tenhamm. El me examino cuidadosamente, me apretó la mandíbula
y me dolió fuertemente. Me metió el
dedo en la boca oprimiéndome dentro de la boca y me dolía. Entonces el Doctor me dijo: “A ver, sácate
la Prótesis”. Me la saqué y se alivio
el pito. “Eso”, dijo el Doctor. “Esto no es Tinitis, sino, un problema de la
mandíbula, provocado por la Prótesis mal hecha que te repercute en el oído. Tienes que ir al Dentista”. ¡No lo podía creer! Fui al dentista, cambió
mi prótesis y santo remedio. Se acabó
mi Tinitis.
Pero, como yo
me indigné tanto, porque andaba con el “Lachesis, no podía quedarme tranquila,
con la rabia que tenia de tanto que sufrí por el mal diagnostico del otorrino de
la Católica. Todas las películas que me
pasé pensando, que sería mi vida, escuchando para siempre ese ruido espantoso. No podía conformarme, ESTABA FURIOSA. Yo nunca había sentido tanta ira en mi vida. ¡Esta era, la segunda vez que me ponía tan
furiosa!
Entonces
decidí ir a la UC a hablar con el otorrino.
Pedí a la Secretaria, que me dejara entrar, que necesitaba hablar con el
Doctor urgentemente. La Secretaria me
trató con pésimos modales, a gritos: “Ya le dije, que el Doctor está en
consulta, no tiene, hora hasta la próxima semana” me gritoneo. Ante esta respuesta, yo levanté la voz y me
puse a decirle a la gente que estaba en la puerta de la Consulta esperando al Doctor. “No vayan donde este Doctor, es un pésimo
Doctor, me hizo un diagnostico equivocado, no tiene idea”. La Secretaria se paró indignada y me empezó
a echar.
Ante tanto
grito, apareció el Doctor preguntando, qué pasaba. Yo le respondí a gritos: “Pasa Doctor, que
usted estudió Medicina, pero no aprendió nada, porque me dijo que tenía una
TINITIS sin remedio y resultaba que nunca tuve “Tinitis”, tengo un problema en
la mandíbula” . -“Es el colmo que por
un examen que no indica nada, le diga a un paciente que tiene Tinitis, si tiene
otra cosa. “Ese “examen”, que usted
aseguró arrojaba un resultado de Tinitis, no decía nada”. “¡Todo el sufrimiento que he pasado por su
mal diagnostico!” El Doctor miró a su alrededor, a sus pacientes que lo estaba
esperando y miraba el papel que yo le pasé y se quedó, plantado como una
planta, sin decir nada. Luego dijo: “¿Quién
le dio ese diagnostico?”. “El Doctor
EUGENIO TENHAMM ¿Lo conoce?, grite furiosa.
“¡El no es ni siquiera Otorrino, es NEUROLOGO!”. “¡Fíjese
más la otra vez, antes de diagnosticar!”. La cara de desconcierto del Doctor mostraba
a las claras que ni siquiera se acordaba de quién era yo. La Secretaria, se quedó parada, mirando al
Doctor y ninguno dijo nada.
Yo me fui. ¡Estaba agotada, era mi 2º combate en 15
días! ¡Creo que el Lachesis es muy extraño! Tendré que ir a ver al Doctor Bertossi, pensé. Estoy demasiado enojada con el mundo.
“Anécdota
“La clínica”
La tercera
actuación del efecto de Lachesis, fue una tarde, que estaba muy alterada,
furiosa e incontrolable. Mi esposo con
mi hijo Christopher me llevaron a la clínica Santa María. Me pusieron una inyección para dormir y calmarme. Yo no sabía qué me provocaba tanta
agitación, me pase una noche internada, y no dormí nada. No quería estar ahí. Las enfermeras no me atendían, ni respondían
mis llamadas. Cuando llego el doctor de
la clínica al otro día, no entendió nada qué me sucedía, yo no tenía la menor
sospecha del efecto del remedio. El
doctor no tuvo claro mi cuadro, solo me dio un calmante y me envió a casa. Yo estaba enojadísima con el doctor porque
ni siquiera le llamo la atención a las auxiliares por más que le grite y las acusé. Luego de haber botado suficiente ira me fui
a casa.
Luego
de estas tres actuaciones de sanación, el Dr. Bertossi, suspende el remedio, ya
había botado suficiente ira, y continúa solamente con terapia homeopática.
El
Dr. Bertossi trata mis estados depresivos con homeopatía, y la fibromialgia con
Pilates, kinesiólogos, mas una maquina que disminuía mucho los dolores. A veces
me daban crisis de dolor y tenía que ir a tratarme con esa máquina. Pero los
dolores del cuerpo y el stress, cansancio, tristeza, pasaban pero volvían,
parece que faltaba algo al tratamiento.
A
veces tenía tan poca energía que hasta me quedaba dormida en las catequesis. Recuerdo
un día, que estábamos en un retiro y mi catequistas daba su catequesis, de
pronto escucho una voz que grita “¡sáquenla de aquí!”, me despierto
sobresaltada, me había quedado dormida. Me saca mi esposo de la sala y me lleva
a nuestro dormitorio, yo con los remedios no sabía bien que pasaba.
Comencé
a faltar a la comunidad, no teniendo animo ni capacidad de atender, ni
memorizar lo que escuchaba, la fibromialgia me mantenía con dolores en todo el
cuerpo día y noche, sobre todo me dolía mucho la cabeza.
Comenzó
a venirme una crisis de fe, me preguntaba ¿Por qué Dios permitía tantas
dolencias, una enfermedad tras otra y tan largas, que no me sanaba nunca?
Ya
mi vida se había reducido a tal punto, que no podía siempre asistir a la
eucaristía ni a la comunidad, no tenia animo de tocar piano, ni salir a
veranear, pasaba la mayor parte de mi tiempo en mi casa, me cansaba mucho.
Me
preguntaba una y otra vez, ¿para que vivir?, ¿Cuál era el sentido de mi vida?
¿Por qué Dios permitía estas enfermedades interminables?
El
Dr. Bertossi luego de atenderme cinco años me derivó a una atención
psicológica, para completar su tratamiento.
Me
envió en su clínica donde el psicólogo Miguel Socias.
Comienza
entonces para mí una nueva etapa de tratamiento.
Miguel
va atenderme en modalidad de coterapia, o sea un tratamiento atendido por dos
profesionales. De
ello hablo en el siguiente capítulo 83 La Resurrección.
Algunos
dibujos que hice para graficar mi depresión son:
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