Al Lector; por María Antonieta Montecinos

Esta biografía ha nacido de la necesidad, en primer lugar, de dar a conocer a mis hijos y descendientes, la historia de mi vida,...Leer Más>>>

viernes, 11 de junio de 2010

Capitulo 27: “La caída del caballo”

1950, 10 años


   Cuando yo fuí con mi familia a veranear a la hacienda de Héctor Carrasco, familiar de la tía Lila, tenía 10 años.  Había caballos. Todos mis hermanos y primos montaban a caballo. Yo también quise aprender.

   Sucedió que el dueño de la casa, Héctor, se ofreció a enseñarme. Mi papá, estuvo de acuerdo y yo, me entusiasmé en aprender. Todo iba muy bien, paso a paso, lentamente, le fuí perdiendo el miedo al caballo.
   Me llevaba a pasear por el campo, y el caballo, se portaba bien.

   Aunque era un poco mañoso, a veces, no me hacía caso y se ponía a pastar y no se movía, cuando lo quería hacer caminar, tenía que armarme de paciencia y esperar que el lindo, me obedeciera, cuando le daba la gana.

   Un día llegué a la hacienda de vueltas, lentamente y allí me estaba esperando, Héctor.

   ¿Cómo te fue?, me gritó.
   Bien, respondí, solo que estuve como media hora esperando que pastara, no me hacía caso de caminar.
    ¡Ah, es que sabe que tú le tienes miedo. A éstas bestias hay que saber dominarlas, para que te obedezcan. Si no te hace caso, golpéalo así, dijo, y dio un fuerte palmazo al animal en el anca.

   Esto que siente el caballo y se encabrita, pega un tremendo relincho y levanta furioso las patas, pataleando. Yo entonces me dí un feroz golpe en la cabeza contra un palo del parrón y luego caí de cabeza contra el suelo, golpeándome por segunda vez en la cabeza.  Héctor corrió a recogerme, mientras el caballo arrancó.

   Yo estaba mareada con el golpe y me levanté con dificultad. También me dolía el brazo derecho, donde me apoyé al caer.
   Héctor, se puso muy nervioso, me levantó, mirando hacia todos lados y me dijo: “Vamos, no es nada, fue solo el susto, no le digas nada a tu papá, si no se va a enojar mucho contigo”.

   Yo me fuí despacio, con un dolor insoportable en la cabeza, mareada y con el brazo, que no lo podía mover, me metí a la cama, llamé a mi hermana y le conté lo que me pasó, rogándole que no le dijera a mi papá.
   Alicia estaba indignada contra Héctor.

“¡Viejo estúpido, cretino!”, gritaba.
“¡Como fué a hacer semejante barbaridad!”

  Y a toda costa quería acusarlo. Yo le supliqué, que no dijera nada, para que mi papá no se enojara y así me quedé en cama, sin decirle a nadie, aguanté en silencio el dolor. Después gracias a Dios, pasó el dolor por ese día.

   Pero desgraciadamente el precio de mi silencio fue muy alto, porque a partir de esa edad, comenzaron unos terribles dolores de cabeza, que me hicieron pasar hasta los 30 años, estudiando con dolores de cabeza y vivía tomando calmantes y viendo médicos, que nunca me los quitaban.

   Hasta que mi prima Carmen Montecinos; mi prima, que más tarde fue Dra. Neuróloga, me recetó: “Tegretal”, pidió un “Electro-encefalograma” que ella consideró sospechoso de epilepsia.
   Tomé Tegretal por 5 años, luego los dolores fueron pasando, a pesar que otros neurólogos que vi más tarde, no aseguraron si era o no, una epilepsia, sino “Jaqueca Hereditaria” de mi madre.

   El hecho es que este acontecimiento de la caída del caballo, gatilló este dolor que me duró prácticamente, toda la vida.

  Yo recuerdo, a partir de esa fecha (10 años) haber estudiado casi todos los días con “jaquecas”.

   A los 50 años, un tratamiento hecho por la Dra. Violeta Díaz de la Universidad de Chile, neuróloga, comenzó a espaciar estos episodios, hasta casi lograr tiempos largos sin dolor.

   Toda esta consecuencia fue por mis “miedos” de comunicarles mis cosas a mis padres.

   Mirando hacia atrás, veo, que desde esa fecha, “mis miedos”, manejaron toda mi vida, haciéndome desarrollar un carácter desconfiado y retraído, eso lo vine a descubrir en mi edad adulta.

7 comentarios:

  1. Que doloroso resulta leer este último capítulo. Este episodio en que Antonieta fue perjudicada por un adulto que explotó sus miedos para escapar a la responsabilidad de haberla dañado es el primero de muchos. Aquí vemos como su relación con el cuerpo, de temor y misterio, le hacen difícil el aprender tareas de tipo corporal, siendo el miedo acusado ferozmente por la sensación, común a muchas mujeres criadas a la antigua usanza, de que si algo ha ocurrido se lo merecen y probablemente ellas lo causaron. La culpa parece haber sido una base doctrinaria en la crianza de muchas mujeres, lo que a ojos nuestros parece servir más a mantenerlas dóciles y dispuesta a aceptar condiciones de desigualdad inaceptables, que a mantenerlas alejadas del peligro.

    En ese marco de miedo y culpa implantado desde la infancia es que caen las palabras del abusador. “Vamos, no es nada, fue solo el susto, no le digas nada a tu papá, si no se va a enojar mucho contigo”. Lo anterior se puede leer en sencillo; el problema es tu miedo, el caballo no anda porque le tienes miedo por lo tanto tu miedo es todo lo que te ocurrió, es tu culpa y no mía por golpear al animal, y si dices algo te van a castigar a ti. ¡¡Que horrible mensaje!! Nos resuena a cosas tan abominables como “mira esta mujer lo que me obliga a hacerle, me obliga a pegarle cuando se pone asi” O “Este niño mal criado – dice el padre- se porta tan mal que de la única manera que entiende es a golpes”

    Vivir en el miedo y la culpa, en especial el temor al cuerpo hace a las personas vulnerables frente al daño, e incapaces de defenderse, probablemente el peso de la injusticia tuvo mucho que ver en este dolor que tantos años persiguió a Antonieta.

    ResponderEliminar
  2. Nos han preguntado por la idea de misterio frente al cuerpo, y eso tiene relación con aceptar y ser mantenido en el desconocimiento de las propias funciones corporales. Muchas mujeres fueron criadas en torno a la desinformación y al temor a sus propias características. Muchas mujeres nunca recibieron instrucciones para manejar sus menstruaciones, dolores y muchas otro síntomas. Incluso, era habitual que tanto las profesoras y religiosas, como las madres se negaran y castigaran las preguntas y comentarios en torno al cuerpo. Mucho menos de sexo. La mayoría había de conformarse con las palabras de alguna nana o alguna amiga. Todo lleno de mitos, secretos caseros y tabues.
    Asi se perpetuaba este modelo de miedo "implantado" por otros que te sometían a ese modelo, manejandote desde el miedo. Pensar que yo tengo la culpa de que un marido alcoholico se beba medio salario y luego llegue a pegarme cada quince días es tan absurdo o equívoco como creer que Antonieta tuvo la culpa de que el caballo la arrojara al cielo porque tenía miedo, siendo que el caballo respondió al golpe y no a algo que ella hiciera.
    Aclarando para terminar, toda instancia en que una persona maltrata a otra existiendo desventaja clara por parte del maltratado es un caso de abuso.

    ResponderEliminar
  3. Conversando con mis psicólogos sobre la jaqueca hablamos que el dolor de cabeza es lo que me ocurre cuando tengo rabia y siento impotencia. En lugar de defenderme aprieto los dientes (bruxismo) y luego me duele la cabeza por tensar los musculos de la mandibula. Me daña mi rabia porque me da miedo que dañe a otros y no la expreso. En la terapia aprendí a relacionar ese dolor con experiencias de rabia y me hace mucho sentido. Hoy puedo identificar mejor las cosas que me molestan y sufro menos de dolores de cabeza pues expreso mi molestia y me baja el dolor o lo evito.

    ResponderEliminar
  4. Impactante el capitulo.
    Que trauma mas grande, no puedo creer el actuar del hombre.
    Muy bueno el analisis de los psicologos.
    Felicitaciones Antonieta por dar a conocer sus experiencias. Admirable
    saludos
    Paula.t

    ResponderEliminar
  5. Excelente el blog, me gusta todo, lo divertido, lo triste, lo que se aprende de cada capitulo,los dibujos muy entretenidos y geniales,
    todo. ME ENCANTA
    felicitacines y gracias

    ResponderEliminar
  6. Excelente el blog, me gusta todo, lo divertido, lo triste, lo que se aprende de cada capitulo,los dibujos muy entretenidos y geniales,
    todo. ME ENCANTA
    felicitacines y gracias

    ResponderEliminar
  7. ¡¡¡ que lastima no sale mi comentario!!
    lo puse dos veces uf..
    no comprendo

    ResponderEliminar

COMENTARIOS RECIENTES


De Izquierda a derecha Miguel Socías, Fabiola Soriano, María Antonieta Montecinos y James Parker