Al Lector; por María Antonieta Montecinos

Esta biografía ha nacido de la necesidad, en primer lugar, de dar a conocer a mis hijos y descendientes, la historia de mi vida,...Leer Más>>>

viernes, 17 de diciembre de 2010

CAPITULO 57: “LA TIA ZULEMA" Edad: 20 años, Año:1960

La tía Zulema vivió también en nuestra casa por algunos años. La tía era familiar de papá, madre de María González, prima de papá.
   María González  se casó con Ernesto González, padre de mis primos: Lautaro, Ximena, Ernesto.
   Cuando mi tía María se separa, deja a su madre, mi tía Zulema a cargo de mis 3 primos  pequeños y ella, se va  a E.E.U.U, se vuelve a casar, quedando mis primos en Chile, a cargo de su abuelita Zulema.
   Para mí, es un misterio cómo ella logró educar a sus 3 nietecitos.
   Cuando ella, estuvo ya muy viejita, se vino a vivir a nuestra casa, acogida por mi padre.
   Yo tenía en esa fecha: 20 años, estaba, en la Universidad de Chile estudiando Filosofía, en la Escuela Moderna, estudiando Piano y en la “Escuela de Educadora de Párvulos” de la Universidad de Chile, 3 carreras al mismo tiempo, iba y venía de allá para acá, sin tener tiempo ni para peinarme, casi siempre salía corriendo, atrasada, a medio arreglar y terminando el desayuno en la Universidad, esa era mi vida, entonces, cuando tía Zulema, llega a vivir con nosotros.
   Esta tía a pesar de su edad, era la mujer más femenina que jamás yo conocí, ella me enseñó todo lo que yo desconocía completamente de “femineidad”, porque mi madre, no era muy experta en esas materias.
   Ella fue una persona muy importante para mí, llegó justo en la edad que yo la necesitaba.
   En esa vida acelerada que yo llevaba, apenas me ponía unos jeans, me sujetaba el pelo largo con un Colette y partía  a mis estudios y en mi casa nadie me reprochaba nada.
 
 Pero ella, que se levantaba temprano, perfumada, impecable, peinada, elegante como siempre, uñas pintadas y siempre sonriente, me empezó a atajar al pasar corriendo por el pasillo y me arreglaba algo: me ponía una boina preciosa, que ella misma tejía a crochet, otras veces  me tejía guantes y me los ponía al pasar, otra vez me regaló un bolso de muchos colores que me tejió a crochet:
      “Oye, Oye, mete aquí tus libros, mira como vas con esos libros cayéndose y me detenía y guardaba mis libros y me arreglaba el pelo o me limpiaba el pantalón que llevaba una hilacha”, decía.
   Ay tía que voy atrasada, después me arreglo” decía yo y luego me daba un beso rápido  y me despedía en la puerta.
   Yo partía a la Escuela y en la micro iba pensando: “Esta tía es un Ángel”
   Pero cuando estas atenciones de ella hacia mí persona se fueron haciendo diarias, yo empecé a prestarle más atención y a detenerme a pensar en tantas cosas que ella,  me corregía.
   “Que tienes ese cabello tan hermoso, porqué no te lo cepillas, una señorita tiene que lucir lo que Dios le dio”   o darte un minuto para mirarte al espejo, antes de salir, hija
   Otras veces me decía: “¡Con razón Lautaro, me habla tanto de ti, eres bien especial, Lautaro te adora, te admira tanto!”
   Yo me decía “Qué me va a admirar Lautaro, si ese admira a todas las mujeres, jóvenes, viejas, gordas, lindas, feas, le dá igual, es un frescolín
   Tía Zulema, se empeñaba en convencerme que Lautaro, me admiraba solo a mí, que yo no lo conocía. Yo le daba un beso cariñoso, le agradecía sus preciosos regalos y consejos y tomaba sus elogios, como abuelita chocha no más, jamás consideré sus opiniones sobre Lautaro, porque mi visión era muy distinta de él.
   Yo lo encontraba demasiado débil con las mujeres, pero a ella no le decía lo que pensaba de su nieto querido.
   Así pasaban los días y la tía conquistaba mi corazón, con un sinfín de detalles.
   Como veía que yo tenía un horario para practicar piano y ella, se lo sabía, de memoria, de Lunes a Domingo, comenzó a adquirir la costumbre de sentarse en el living, con sus tejidos, bordados, costuras, justo a la hora que yo estudiaba, es más, ella ya estaba preparada e instalada  cuando yo entraba, “para no molestar” decía.
   Yo me sorprendí al principio, de verla esperándome, muy calladita, sonriente, arreglada y perfumada, como siempre, y al verme llegar, me recibió alegremente, siempre con algo rico, preparado por  sus manos, para que yo comiera un poco, antes de ponerme a estudiar. Ella misma, me servía y me atendía, yo miraba el reloj, calculando que ese bocadito como decía ella, me iba  a restar ½  hora de estudio por lo menos.
   Ella, muy observadora, se daba cuenta, que yo miraba el reloj y me decía “no te preocupes hija, no quiero quitarte ni un minuto de estudio, me encanta escucharte, solo 5 minutitos, es solo para que comas algo y descanses un poco”
   Y con esa sonrisa tan arrebatadora, yo cedía fácil.
   Así comenzó ella a desacelerarme y obligándome a conversar con ella ½ hora diaria. Entonces, aprovechaba para las clases de femineidad y como una gota que golpea, día a día, sobre una roca, ella se fue metiendo en mi corazón.
   Yo que venía de una desilusión amorosa con Augusto, lo único que quería, era estudiar, estar  activa para olvidarme de todo y solo concentrarme en mis estudios. No estaba ni un poco interesada en arreglarme, ni mirarme al espejo, al contrario, fue un tiempo que comencé a tratar a todo hombre que se acercaba a mí con un tremendo desprecio y desconfianza.
   Al revés, más bien, me afeaba, para no llamar la atención de nadie, hasta iba a la playa en pleno verano, con bototos, tapada hasta el cuello. Tenía un tremendo “BLOQUEO EMOCIONAL”, rara vez, me miraba al espejo, no estaba ni un poco interesada en mi femineidad.
   Pero ella, día tras día, con santa paciencia, me iba conversando, en cualquier momento que me pillaba descansando y comenzaba a probarme  ya sea una blusa, un pinche hecho por ella muy primoroso, femenino, cualquier detalle de femineidad, que las uñas, que una cremita, que un cintillo para el pelo, las flores en el cabello, todo hecho por sus manos, hasta que fui cediéndole poco a poco, porque me encantaba ella, la admiraba profundamente, era una abuelita tan bella, tenía unos maravillosos ojos color violeta, grandes, expresivos, bondadosos.
   Su elegancia al sentarse a la mesa, como si estuviera almorzando en un Hotel, siempre sonriente, conversaba con todos en la mesa, ayudaba a adornar la mesa, con sus arreglos florales, dondequiera que ella estuviera se hacía presente con algún detalle: un pañito a crochet, un adorno, su perfume etc.
   Ella recreaba los ambientes con su toque personal, era lo que se llamaba una persona refinada”.
   Siempre estaba ocupada, hacía coronas para  Primera Comunión, Novias, ramos de novia, encajes, sombreros maravillosos, toda clase de manualidades.
    Ella jamás molestó en nada en nuestra casa, siempre preocupada de los demás, jamás se quejaba de nada.
    Era muy sociable, conversaba con la nana, con todas las personas de la casa, amigas de la Universidad, verdulero, cartero etc.
   Así era mi tía Zulema, fue una Lucecita maravillosa que estuvo junto a mí, ayudándome, durante uno de los tiempos más duros que yo viví, tú fuiste una gran ayuda con tu preocupación, delicadeza y amor, que abriste un camino de sanación con todos tus cuidados.

    Gracias Tía querida
   Nunca te he olvidado
   Tu sobrina
   María Antonieta


6 comentarios:

  1. Que lindo y refrescante tener alguien que se preocupe de uno esas personas marcan y se agradecen

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  2. Tiene toda la razon Claudia, yo jamas olvidare la preocupacion de tia Zulema, como no entiendo de arreglos, trato de acordarme de sus enseñanzas. Todavia no me ocupo de este tema , pero jamas olvidare su amor, GRACIAS TIA ZULEMA POR SU AMOR.

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  3. Que bello el testimonio que nos das hoy. El cuidado, es sin duda una de las más importantes cosas que tienen las relaciones humanas. El cuidado por el otro, el cuidado por uno mismo es parte fundamental del amor. Sin la ternura, que es la emoción que nutre los actos de cuidado, las personas se sienten secas y carentes de dulzura. Que importante encontrar personas que nos llenen la vida con pequeñas y dulces gotas de cuidado, pero más importante aún, que importante ser una de esas personas que regala cuidado a los demas. Enseñemos respeto al prójimo con nuestros propios actos, sonriamos y regalemos una mirada amable. Aunque es dificil trascender los propios quehaceres o preocupaciones para percatarnos de quienes nos rodean puede dar pie para una vida radicalmente mejor.
    Ojala todos nos grabemos el valor del amor que mostró tu tía por ti, querida Antonieta. Y lo llevemos en nuestras rutinas para compartirlo y enriquecer nuestra vida y la de los demás.

    Muchas Gracias!

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  4. Yo conoci a la tia Zulema en sus ultimos años. Era una persona con toda la buena educacion y gentileza que hoy ya no se ven mucho. Me parece que su caracter afable y querendon provenía de sus genes o sea es un don que dios le otorgó para alegría de Antonieta.

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  5. Tía, espero que pronto vuelvan a subir más capítulos, ojalá que este receso sea temporal y que pronto podamos leer más de su biografía, un beso

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De Izquierda a derecha Miguel Socías, Fabiola Soriano, María Antonieta Montecinos y James Parker