Mi Hermana Alicia
El Incendio en El Quisco
Año 1983, 43 años
Una vez, estábamos veraneando en el Quisco con mi
familia, mi hermana y sus hijos.
Sucedió que Ramiro, hijo de mi hermana y
Christopher, mi hijo mayor provocaron un incendio.
Ramiro que era el “Pirómano”, de unos 10 años y
Christopher, 7 años.
Andaban “aburridos”, según la explicación posterior
que dio Ramiro, y no hallaron nada mejor
que hacer los dos, que ponerse a quemar paja con unos fósforos.
La casa que arrendábamos, estaba rodeada de paja
seca, la calle se llamaba “La Princesa”.
Así estaban los dos muy divertidos, quemando pajas
con fósforos, quizá hacían algún experimento.
Pero como en todo experimento, algo siempre sale
mal, como hacia viento, de pronto el fueguito comenzó a crecer y crecer y no lo
podían controlar.
Ramiro entonces, que era el profesional en
incendios, mando a Christopher a buscar agua corriendo.
Christopher volvió con un vasito de agua, que por
supuesto aumentó la llama en vez de apagarla.
La cosa se puso fea y las llamas se descontrolaron
de tal forma que se espantaron y fueron a esconderse.
Mi esposo, James, que estaba en la terraza, leyendo
el diario, vio las llamas, se paró y viendo que el fuego avanzaba hacia la casa
peligrosamente, agarro a Christopher, que venía entrando espantado a la casa, y
le preguntó: ¿Qué paso?
Christopher lloroso y temblando dijo:
“Estábamos jugando”
“¿y Ramiro?” preguntó
Jimmy.
-“No sé, se
escondió” Respondió Christopher.
Mi esposo, fue donde mi hermana y le dijo:
“Alicia, Ramiro hizo un incendio, anda a ver”
Mi hermana quedo espantada, salió a la terraza y
vio las llamas que avanzaban hacia la casa.
Mi esposo tranquilamente se volvió a sentar en el
sillón de la terraza a continuar leyendo el diario, como que no pasaba nada.
Mi hermana entonces le gritaba a Jimmy:
“¡Anda a buscar a los Bomberos!”
-“¿Por qué?” decía Jimmy
tranquilo,“QUE VAYA LA MADRE DEL PIROMANO”
Mi hermana desesperada, gritaba.
“¡Dios mío, se va a quemar la casa!”
Y le rogaba a Jimmy que la llevara en el auto al
centro, a buscar a los bomberos.
Yo le suplicaba a Jimmy que la llevara a pedir
ayuda, en el auto, ya que el viento, arrastraba peligrosamente las llamas hacia
la casa, que arrendábamos.
Por fin, Jimmy se paró y fuimos al “Quisco” a pedir
ayuda a los Bomberos.
-“Buenos
días” dijo el bombero, “¿Qué
necesita?”
-“Informar de un incendio en la calle “La Princesa”, en el pastizal”, dijo Jimmy.
-“¿Quién es
el responsable del hecho?”
Preguntó el Bombero.
-“No sé, aquí está la madre del Pirómano”
Respondió Jimmy, señalando a Alicia.
Mi hermana muy nerviosa le rogó al Bombero, que
fueran a apagar el incendio.
El Bombero, tomó nota de la dirección del fuego, el
nombre de la persona que hacia el aviso del fuego y la hora del inicio del
fuego y el nombre del hechor.
-“Bueno” dijo
enseguida, “Se le enviará el carro en
cuanto llegue del incendio, que esta apagando en el sector norte”
-“¿No puede ser ahora?” preguntó
Alicia suplicante.
-“Señora, tenemos solo un carro y en estos momentos está ocupado, no
podemos hacer más” respondió el Bombero.
Nos fuimos de vuelta, angustiadas, con la idea que
el fuego arrasara con la casa.
Jimmy, manejaba en silencio, mi hermana
angustiadísima, preocupada también por Ramiro, que no sabíamos dónde estaba.
Yo lo único que hacía era rogar a Jimmy, que
hiciéramos algo por mientras.
Jimmy molesto y nervioso, no respondía, estaba muy
preocupado.
Al fin, llegamos, y nos encontramos con la sorpresa,
que unos lugareños con unos sacos estaban apagando el fuego, golpeándolos
contra el fuego.
Jimmy y Alicia también se pusieron a ayudar,
mientras yo iba a ver a los niños que estarían asustados en la casa.
Todos a mi alrededor, como gallina con pollos,
miraban como golpeaban el fuego y gracias a Dios, se iba apagando.
Al fin, casi cuando no quedaba ya fuego, llegó el
bendito carro metiendo tremendo ruido, abriéndose paso con la sirena.
Así, ellos terminaron de apagar totalmente el
incendio.
Pasaron unas horas, para lograr sacar el humo de la
casa y poder tranquilizarnos un poco.
Abrir ventanas y sacudir cubrecamas, ¡Todo el
ambiente estaba pasado a humo!
Todo este siniestro comenzó como a las 6 de la
tarde y al fin termino a las 7:30 de la tarde.
Ya pudimos sentarnos en la mesa y descansar un
poco, beber agua, ir al baño.
Luego, la preocupación:
“¿Dónde está
Ramiro?”
Alicia lloraba, porque pensaba que Ramiro quizás
que cosa podría hacer, por el miedo que tendría por lo que había hecho.
Quiso salir a buscar a Ramiro.
Salimos en el auto, con los niños a buscar a
Ramiro.
Preguntamos a la gente si había visto a un niño con
camiseta azul, pelo negro, de 10 años.
No obtuvimos ningún resultado.
Luego fuimos a la playa, a buscarlo.
A las 8 la playa estaba vacía, todos llamando a
Ramiro, buscándolo en la playa con los niños, por todas partes.
Nada, no aparecía Ramiro-
Mi hermana temía que Ramiro llevado por el miedo,
se hubiera lanzado al mar.
Estuvimos buscándolo hasta las 10 de la noche.
NADA.
Ramiro no aparecía.
Volvimos a la casa con los niños, tal vez estaba
escondido, y aparecería, cuando anochezca.
Volvimos a la casa,
agotados, tristes, preocupados.
Alicia se paseaba hablando sola y decía:
“¡Espérate a
que vuelva no mas, lo voy a matar al desgraciado!”
“¡Mira las molestias que nos vino a hacer pasar!”
De pronto, llevada por la ira, resolvió que
preparáramos onces no mas, todos los niños estaban hambrientos y agotados.
Pusimos la mesa, y preparamos onces, pero nadie
tenía muchas ganas de comer de la preocupación.
De pronto, a las 10: 30 de la noche, aparece Ramiro,
tomado de la mano de una señora, que se presentó diciendo:
“Perdón, yo venía a traer a este niño, que lo encontré en mi casa,
rezando a la Virgen en mi Gruta,
tiritando y llorando”. “Yo lo invite
a pasar y él me contó lo que había hecho y tenía miedo de volver a su casa,
porque lo iban a castigar”.
“Yo entonces
lo hice pasar y como estábamos comiendo un asado en el patio, lo invitamos a
comer”.
“Pero ahora, quiso volver, pero yo les pido que no lo castiguen ni lo
reten al pobrecito, porque él lo hizo
sin querer y me juró ante la Virgen, que no lo va a hacer nunca más”.
“¡Por favor, no lo castiguen, él es tan bueno y está tan arrepentido!”
¡Todos nos quedamos pasmados escuchando a la
señora, nadie se movió siquiera del asiento!
-“No se
preocupe señora” dijo Alicia.
-“¡Nosotros
no lo vamos a castigar, son cosas de niños!”
Salió Alicia a dejar a la puerta a la señora. Pasó
un rato, que ella se alejara.
Y una turba de puñetazos, gritos e insultos,
ofensas, indignación de mi hermana y todos los demás cayó sobre el “inocente”, que se tuvo que aguantar la paliza
y la gritadera sin derecho a reclamo.
“¡ÉRAMOS UNA
FAMILIA MUY UNIDA!”
“¡Y CATÓLICA
ADEMÁS!”
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