Al Lector; por María Antonieta Montecinos

Esta biografía ha nacido de la necesidad, en primer lugar, de dar a conocer a mis hijos y descendientes, la historia de mi vida,...Leer Más>>>

miércoles, 19 de mayo de 2010

Capitulo 20: “La Turca”; una dolorosa experiencia.


Año: 1949, edad: 9 años

   Sucedió que cuando estaba en 2° básico en el San Gabriel, teníamos una compañera Turca, que siempre andaba detrás de mí, queriendo hacerse amiga, porque nadie en el curso se juntaba con ella. Unas decían que hablaba raro, que tenìa olor a ajo, o que era ronca y hedionda.
   En los juegos nadie quería ser pareja de ella. Yo veía que la pobre andaba sola, sin ninguna amiga y me dio pena. Comencé a hablarle, a jugar con ella, a veces porque me daba lástima.
   Un buen día ella me invitó a su casa a tomar once, yo tenía un poco de temor, porque no conocía a sus padres y vivía en otro barrio. Yo jamás había visto un turco y se me imaginaba que me podían hacer algo. Lo pensé muchas veces antes de aceptar su invitación, pero ante tanta insistencia, no fui capaz de decir “NO”, no quise ofenderla. Al fin aceptè su invitación, pero con mucho recelo.
   Ella vivía en un cité, era una casa pobre en un 2° piso, en el conventillo los niños jugaban a la pelota, todos cochinos y nos pasaron a llevar, por poco me botan de un pelotazo en la cabeza. Mi amiga los insultó con un rosario de garabatos. Todas las casas eran iguales, de 2 pisos y muy chicas, en los balcones había ropa tendida colgando, las mujeres hablaban a todo grito, de un balcón a otro y en forma ordinaria. Muchas de ellas hablaban otro idioma, después me di cuenta que era el mismo que hablaban los padres de mi amiga, o sea, en ese conventillo parecía haber muchos turcos. Había muchos perros y gatos.


   La casa de mi compañera tenía olor desagradable, como a comida, a ajo, a encierro y a polvo.
   Además el living tenía una ventanilla chica, por donde no entraba el sol, haciendo el ambiente muy sombrío y frío.

   Me hizo sentarme en el sillón del living-comedor, que estaba sucio, mal olor, roto y lleno de pelos de gato. Yo miré el sillón y no me quise sentar en él, me senté en una silla del comedor y comencé a mirar a mi alrededor y me di cuenta, que no había ningún cuadro, ningún adorno, solo ceniceros llenos de colillas de cigarro, que ponían mas hediondo el ambiente. Me sentí incòmoda, asustada. Mi amiga había ido a buscar su muñeca para mostrármela.

   De repente sentí unos gritos de hombre y otros de mujer, que venían de la cocina, que hablaban en turco y peleaban a grito pelado en la cocina y se decían garabatos, eran sus padres.

   Mi amiga cuando los escuchò pelear fue a la cocina y seguramente les dijo que estaba yo en el living, porque enseguida se callaron y la mamá me vino a saludar.

   Al papá lo ví pasar de la cocina hacia adentro sin camisa. Mi susto iba creciendo, yo jamás había oído pelear a mis padres a gritos. Pero mi compañera no le dio tanta importancia. De pronto entro la mamá al living, que estábamos viendo su muñeca, y le grito a mi compañera:

“¡Oye Jazmín, esta es la compañera que invitaste  a tomar once, así  es que ven a ayudar en la cocina!”.

   Jazmín, que estaba muy orgullosa de mi visita le grito: “Oye mamá, Antonieta es la mejor alumna del curso”.
   ¡Qué bueno! Gritò ella desde la cocina, “entonces sería bueno que te ayudara, porque tenís puras malas notas”.
   “Ven a ayudar, tu tenís que atender a tu amiga”.

   Jazmín, se fue a la cocina y yo me sentía terriblemente mal ahí, me quede sola, en el living, y  escuchaba que hablaban en turco.
Yo sentí ganas de arrancar de ahí, pero ¿Qué podía hacer?

   Luego apareció el papá al living y me puso su manota en mi cabeza, agitándomela, dijo: “Así es que tu eres compañera de Jazmín” “¿Y cómo se porta?” dijo, riendo fuerte.
   “La Jazmine tiene malas notas y no entiende nada ese inglés endemoniado”
   “No es tan fácil, dije, poco a poco lo va aprender”


   Nos sentamos a la mesa y solo había un pan grande, que yo nunca había visto en mi casa, que era como grasiento y solo había para echarle al pan una cosa blanca, que mi nana usaba para freír en mi casa, pero nunca se usaba para comerla con el pan.
   Ellos le echaban abundantemente al pan de esa cosa blanca, que mi nana me dijo que era “Manteca”
   Yo lo encontré vomitivo. Sentí un fuerte dolor de estómago, me palpitaba el corazón, sentí un miedo pánico, que me hicieran comer eso.
   “Come, come” Me decía la mamá.


   Entonces, yo sentí que empezaba a transpirar de terror, un vacío en el estómago y pensé rápidamente.
   ¿Qué hago?

   Y cuando la mamá me pasó la manteca, para echarle al pan, me paré bruscamente y pregunté, donde estaba el baño.
  “Esa puerta” dijo Jazmín, señalando una puerta sin pintura y descascarada.
   Me metí rápidamente al baño y busquè una ventana, trepé el muro y me lancè a la calle.
   Pero desgraciadamente, justo abajo del baño había una bicicleta de niño, y yo caí piernas abiertas sobre el fierro de la bicicleta.
   Sentí un dolor tan grande, que yo pensaba que me había partido en dos.
   Menos mal que el segundo piso era bajo, sino me mato.

   Me levanté, tratè de correr, pero no pude del dolor, me puse a caminar lo más rápido que pude, soportando aquel inmenso dolor.
   Quedaba como a 8 cuadras de mi casa, en Bellavista.
   Recuerdo esa caminata hasta el día de hoy, como el dolor y el susto más grande que había vivido hasta ese día, ¡Què dolor!
   Lleguè a duras penas a mi casa, no le conté nada a nadie y me acosté con un guatero, por si se me quitaba el dolor.

   María me llevó de comer, pero yo sentía nauseas y no quise comer, escondida entre las sábanas lloraba y lloraba.
   Nadie se enteró de nada, y cuando venían a verme me hacìa la dormida.
   Ni a mi hermana le conté, soporté el dolor heroicamente. Al día siguiente, apenas podía caminar al colegio.


   Se me acercó la pobre Jazmín a preguntarme, què me había pasado, no le contestè nada. Y no le hablé nunca más.




PD:Este capìtulo yo lo llamo; una dolorosa experiencia, una de las màs intensas de mi infancia, donde yo actuè guiada por el miedo, pavor, que me daba no por "la pobresa" sino por el ambiente desconocido para mì, el lenguaje de los padres; los gritos, insultos, la suciedad de la casa y sobretodo que el padre se presentara sin camisa a la mesa, muchas cosas que yo jamas habia visto. Ademàs mi nana siempre me decia que yo no podia comer manteca porque era veneno. Yo estaba aterrada que nos obligaran a comer eso.




Personalmente siento todavìa un gran dolor y arrepentimiento por mi actitud con mi amiga, ella era inocente y no entendiò nada mi comportamiento. Fue una de las actuaciones màs tristes y vergonzosas para mì.


Pido perdòn a Jazmìn, por mi torpe actuar.

Antonieta

7 comentarios:

  1. Hola=)
    Para mi este capitulo me identifica mucho, ya que yo en mi vida muchas veces me asuste fuertemente de la pobreza y para ser sincera no en la forma inocente y sin maldad como cuentas en el capitulo que a ti te sucedio.
    Tu muestras que te asustaste de lo grotesco , no de la pobreza, o de lo diferente...
    En cambio a mi me identifica porque yo siempre a diferencia de ti..
    eh odiado y repugnado la pobreza.Me alejo y le tengo panico.

    Algo que debo aprender aun y resolver.

    Con todo respeto; para en mi opinion no debes pedir perdon porque lo tuyo fue muy DIFERENTE, fue sin maldad en absoluto.

    TE ADMIRO

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  2. yo puedo decir que este capitulo , es muy fuerte , hay tres puntos muy inportantes, el primero es el ambiente, segundoel comportamiento familiar, y tercero la pobreza.estas situaciones no las podria vivir, esto me muestra lo que yo he echo con mi vida, por el miedo a pasar lo que, vivio su compañera.esto me ayuda a pensar que todo lo que uno quiere no es facil ni gratis se requiere esfuerzo .. MUY BUENO EL CAPITULO AYUDA A BAJAR Y TOCAR TIERRA...GRACIAS

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  3. Hola, muy entretenido y buena la opinion de los sicolos..
    ¿No pondran mas capitulos?

    yo encontre el blog por una amiga,
    no lo publicitan?? para las opiniones.
    ojala lo hagan

    saludos grandes a la autora y sicologo

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  4. Llama la atención la fuerza que el miedo puede llegar a tener sobre Antonieta. En general los miedos infantiles nos movilizan con enorme fuerza y en algunos casos no logramos superarlos jamás.
    Las experiencias corporales de incomodidad, frío, hambre y soledad son las sombras de cualquier niñez. Los niños están habitualmente a merced de los adultos que los cuidan, siendo por eso que ante estos estados caen en el terrible estado que livianamente identificamos como “maña”, de los cuales solo el otro los puede rescatar.
    La maña es un estado de malestar general que en general las personas adquieren la capacidad de identificar y resolver en la medida que los otros les han entrenado indicándoles sus estados corporales. “Lo que pasa es que tienes frío” (…) “Es que tiene hambrecita” etc.
    Las sensaciones ligadas a la pobreza y la enfermedad habitualmente nos retrotraen a las experiencias incomodas de la infancia, causadas por la desatención de los otros; puesto que en tales estados menesterosos nos veremos sometidos a la buena voluntad ajena, si la experiencia de contención no ha sido buena (los cuidados que nos han dado, el grado en que hemos sido comprendidos y aliviados), nos da terror caer en ese estado de necesidad. Es por eso que en ocasiones la respuesta a este tipo de situaciones es visceral y muy fuerte. Es una actitud desesperada que el cuerpo dispara para responder a una amenaza terrible; esta respuesta no pasa ni por la mente ni por el corazón.
    Ahora, tal y como ha captado Catalina, este no es el caso de Antonieta, en términos de que su temor no es a la pobreza, si no a perder el afecto de su amiga si dejaba ver su dificultad para adaptarse a sus condiciones diferentes de vida. En este caso, el miedo es a perder a Jasmin si revela su malestar físico, siendo el origen de esta conducta de miedo que en la mayoría de los casos Antonienta era querida de modo condicional, si no se comportaba de una manera determinada no era acogida. Y vivió muchas veces la experiencia de ser acallada, ignorada y consecuentemente mantenida en su estado adverso.

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  5. puedo ver que los sicologos tienen mucha razon ,en desir que uno muchas veses tiene miedo ,de perder los afectos de las personas por mostrar lo que uno siente en el lugar que uno se encuentra, y muchas vese la necesidad de que a uno la quieran es mayor ,y por eso uno se guarda siempre y eso me hase sufrir y uno no mide las consecuencias, y que muchas vesesdañan el corazon, gracias por cada experienciaadquirida en esta biografia , puedo aprender cada dia algo nuevo para mi vida ,fuerza para seguir adelante ,es muy bueno ,como me gustaria tener las palabras presisas para definir cada situacion de mi historia,y por eso me gusta lo que esta haciendo mi tia ,Y POR ESO TIENE QUE SEGUIR ADELANTE ,POR QUE AMI EN LO PERSONAL ME ESTA AYUDANDO MUCHO,GRACIAS....

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De Izquierda a derecha Miguel Socías, Fabiola Soriano, María Antonieta Montecinos y James Parker