1959, 19 años
Pasaron las vacaciones y yo empecé a sentirme mejor y comencé a hacer proyectos para inscribirme en alguna Academia de Recuperación, para cursos de quinto y sexto humanidades.
Ya el recuerdo de Augusto me iba dejando estudiar y desear concluir mis estudios.
Mi mamá comenzó la búsqueda de una buena academia particular de recuperación para cursar 5° y 6° año en 1 año. Así, mi papá no se daría cuenta que perdí el año en “Compañía de María”.
Como él no estaba cuando yo salía porque las clases eran en las tardes, nunca se enteró, como quería mi mamá, que mi papá no se enterara de todo el drama que había vivido en 1958, mi año fatal.
Mi mamá estimaba que de los problemas de sus hijos mi papá nunca se tenía que enterar, ni que había repetido el curso por algo amoroso, ni que estaba en una academia.
Me hizo prometerle guardas absoluto silencio, ni tampoco se tenía que enterar Osvaldo.
Yo vivía constantemente mi sobresalto con esta sarta de mentiras, sobre mi vida, que ella me hacía sostener a mi padre.
Ya veía, que si por alguna razón se llegaba a enterar, no sé que podría haber pasado si descubriera que se le ocultaban tantas verdades. Mi mamá me decía que mi papá me iba a MATAR si descubría la verdad.
Comencé a estudiar en una Academia en Sn Antonio con Alameda. (5° y 6° Hdes.)
Los profesores eran bastante buenos y hacía 5° Hdes. En el 1 semestre y 6º Hdes. En el II semestre.
Todo iba muy bien. Yo sólo estaba abocada a estudiar y como el quinto año lo había cursado en Compañía de María hasta septiembre, fecha en que tuve que retirarme porque no estaba en condiciones psíquicas ni emocionales para estar de oyente el resto del año, así es que el quinto no me costó nada.
Yo no conversaba con nadie y cuando terminaban las clases iba al Sagrario todos los días a misa, para buscar consuelo a mi tristeza. Yo pensaba estar liberándome, al fin, de este recuerdo.
Cuando apareció en el curso un alumno nuevo. Alto, fornido, rubio, ojos azules, muy buen mozo. También se dedicaba sólo a estudiar y no conversaba con nadie. Era muy inteligente y preparado. Venía del “Santiago College”. Participaba mucho en clases eso sí, pero no compartía con nadie.
Él no miraba en clases y yo sólo lo saludaba y salía volando para el Sagrario, sin darle siquiera oportunidad de hablarme.
Un día se me acercó muy gentilmente y me pidió unos apuntes prestados y al sacar su cuaderno vi escrito en el membrete “Santiago College”.
-“Tú estudiaste en el Santiago College?”-le pregunté-“Que curioso. Yo también estudié cuando chica en un colegio inglés, el Sn Gabriel”-le dije y me despedí para irme a la misa. Era mi remedio diario para vendar mis heridas.
Un día que salí como acostumbraba, me dí cuenta que este joven, Tomás, se dirigía también hacia el Sagrario. Nos encontramos en misa. Yo me sorprendí de verlo allí: “¿Un hombre en misa diaria?”.
Al salir me saludó y me dijo
-“¡Que coincidencia! Venimos a misa al mismo lugar”
-“Sí. No sabía que venías aquí, nunca te había visto.”
El titubeó y me dijo:
-“¿Quieres que nos sentemos en la plaza un rato? No quiero llegar tan temprano a mi casa”
Yo acepté y nos empezamos a hace amigos.
Habían pasado como dos meses de nuestra amistad cuando yo se lo presenté a mi hermana, porque le había conversado de este compañero con entusiasmo y ella lo quiso conocer. Fuimos a misa juntos y luego nos invito a tomarnos un café.
Conversamos muy alegremente, él era muy caballero y era de familia adinerada, culto. Iba a clases en auto y se vestía con elegancia.
Cuando nos despedimos mi hermana me dijo:
-“¿Y ése pinche tan estupendo? ¿De dónde lo sacaste?”
-“No es pinche”-dije-“Sólo somos compañeros”.
-“Amigos también”-rió maliciosamente Alicia-Como con Augusto. Y hasta se le parece físicamente, hasta en la risa.
Yo quedé preocupada con el comentario de mi hermana. “¿Parecido a Augusto? ¿Pinche?” Y comencé a mirarlo con cierto recelo. ¿No será que estoy buscando a Augusto en él?”
Comencé a distanciarme poco a poco. No quería a nadie que tuviera ningún parecido a Augusto, ni quería por nada ninguna relación con ningún hombre que no fuese amistad. Pero Tomás insistía en invitarme, ir a misa conmigo, conversar. Y entonces me dí cuenta de que su interés iba mucho más allá de una amistad.
Yo comencé a soñar con él, y en mis sueños él era mi pololo, pero de pronto se transformaba en Augusto ¡Era una pesadilla! Comencé a dormir mal y ya no me concentraba en clases. Sabía que al salir él iba a salir detrás de mí.
No me quedó más remedio que contarle lo que me había sucedido y que no estaba preparada para una relación que no fuera amistad y menos con alguien que me recordaba a Augusto.
Él no se conformó, era muy seguro de si mismo y tenía muy buena su autoestima, pensó que era cuestión de tiempo y ya me olvidaría de Augusto con él.
Insistió en buscarme, invitarme, esperarme a la salida de clases. Entonces yo decidí cambiarme de academia. No estaba dispuesta a ninguna relación, sólo a estudiar y salir adelante con mi quinto y sexto. (Me cambié el 2º semestre)
Me cambié a una academia que quedaba en Alameda al lado del Instituto Nacional. No tuve ningún problema. Era bastante buena, yo estudiaba tranquila y no hablaba con nadie, sólo estudiaba y me venía a casa. Hice sexto y dí el bachillerato.
Mi hermana por mientras que estudiaba en el Conservatorio canto, comenzó a entusiasmarme con la idea de entrar al Conservatorio a estudiar piano, que a mí tanto me gustaba. Un día me dijo que había estado hablando con una profesora de Piano, que le había contado que yo tenía grandes condiciones y que si me podía escuchar, que yo no tocaba por música, pero sí por oído y además componía y que tenía 19 años.
Se llamaba Srta. Elisa Gayan y aceptó escucharme.
Al Lector; por María Antonieta Montecinos
Esta biografía ha nacido de la necesidad, en primer lugar, de dar a conocer a mis hijos y descendientes, la historia de mi vida,...Leer Más>>>
sábado, 13 de noviembre de 2010
CAPITULO 53: LAS ACADEMIAS DE RECUPERACION
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De Izquierda a derecha Miguel Socías, Fabiola Soriano, María Antonieta Montecinos y James Parker
Muy habitual es ver como las madres u otros cuidadores o cuidadoras de los niños les “inventan” características a las figuras ausentes o distantes para “mejorar la imagen” de estas figuras. Asumiendo que los niños son incapaces de ver y sentir las malas características o el vacío que generan esas personas que están poco o nada en sus vidas. El resultado, para sorpresa de muchos que al parecer olvidaron que cuando ellos mismos eran niños sentían y pensaban incluso con bastante claridad, es que el niño o niña tiene una terrible confusión entre lo que vive con la figura (padre, abuelo, tío o pariente equis) y lo que la madre, abuela o cuidadora le cuenta de esa persona. Esto pasa mucho en el caso de hijos de padres separados, quienes pelean a través de los hijos y en los hijos los conflictos del matrimonio malogrado y los rencores y roces de la manutención sin escrúpulos o conciencia.
ResponderEliminarLlama mucho la atención la progresión que hay entre el padre que Antonieta describe en la niñez, http://biografiaantonietamontecinos.blogspot.com/2010/07/capitulo-33-mi-familia-mi-padre.html con la imagen que la madre mantuvo posteriormente en la adolescencia. Esto hizo que los niveles de miedo de Antonieta y su estrés como manifestación del mismo llegaran a tope; haciéndola vivir “constantemente mi sobresalto”. Muy probablemente fue en este punto que la pauta de estrés permanente, fatiga crónica y fibromialgia comenzó a instalarse definitivamente en el cuerpo de Antonieta, claro que en ese orden de surgimiento.
¿Qué tan malo podría haber pasado si el hubiera sabido? Nada menos que si se enteraba la podía MATAR!! La madre repetía las amenazas del hombre que le causó la caída del caballo, reactivando una vez más el dolor de la experiencia en Antonieta. http://biografiaantonietamontecinos.blogspot.com/2010/06/capitulo-27-la-caida-del-caballo.html
Aquí se reedita la pauta de estrés y confusión que le dificultaría la vida hasta hace poco tiempo.