Año: 1957-1958 Edad: 18 años
A mis 18 años yo tenía un grupo de amigos, que nos reuníamos todos los sábados que nos reuníamos a bailar rock en diferentes casas, preferentemente la mía.
La mayoría de los varones eran cadetes, que salían el fin de semana.
Durante la semana los que podíamos ensayábamos pasos de rocanrol para tener alguna novedad que enseñar a los milicos, ellos, a su vez también aprendían pasos nuevos en la Escuela durante la semana y nos lo enseñaban a nosotras.
Así, en el “malón” del día sábado los practicábamos. Entre los integrantes militares que integraban “la patota” estaba: Augusto Deishler, el “choco” Espinoza, Julio Casado, mi primo Jaime Concha y Lautaro, Ximena Gonzales, primos también. Además estaba Jorge Contardo, mi amigo, Carlos Duvauchelle y María Elena Duvauchelle, amigos míos, mi amiga Florencia Barrios, Sergio Riesenberg (que luego trabajó en T.V), Ricardo Rueda y su hermana, Mariluz Montecinos, mi prima, Wilfred, mi amiga, Silvia Rey, Arturo, hermano de Florencia, mi hermana Alicia, Juan Radic, Tito el químico, Gabriel Hidalgo y Yo.
El quehacer más importante en la semana era ensayar pasos nuevos y conseguir una casa donde hacer el “malón” y sobretodo, conseguirnos discos nuevos y del gusto de la mayoría, para hacer más entretenida la fiesta.
Las flacas éramos las favoritas de los rockeros porque podían practicar toda clase de bailes con nosotras, tirándonos hacia arriba, hacia abajo, a veces, en combinaciones de 2 hombres y una mujer.
Yo que usaba siempre jeans, me prestaba sin problemas para todo tipo de pasos, no así las niñas que usaban vestido, era más complicado ensayar.
Luego íbamos al comedor y había bebidas, tragos, sándwich, pastelitos, queque, papas fritas etc.
Era la hora del descanso, todo el mundo, conversaba, se presentaba a los nuevos amigos, fumaban, nos reíamos, comíamos, bebíamos. Si había algún amigo militar que no pudo salir por algún castigo, lo visitábamos el Domingo en la Escuela, en la hora de visitas.
Muchas veces yo fui a visitar el Domingo, especialmente a Lautaro, mi primo, que a veces no estudiaba suficiente o a Augusto, que bajaba algunas notas. Íbamos en grupos a visitarlos y les llevábamos: cigarros, chocolates, calugas, queque, bebidas etc. Ellos nos esperaban ansiosos.
Toda esta “patota” era del barrio siglo XX menos mis primos Lautaro y Ximena, que vivían cerca del Parque Forestal y los Duvauchelle que vivían más lejos, calle Toesca.
Siempre guardo este feliz recuerdo de mi juventud, donde no tenía mayores preocupaciones, fuera de prepararnos para ensayar pasos nuevos.
Puedo decir que, sin contar mi tiempo de infancia en el Colegio San Gabriel, donde fui, tan feliz, éste es el otro tiempo un año que fuí feliz, un período corto, pero que nunca olvidaré.
“Tiempos felices, que dejaron recuerdo para siempre.”
Gracias Señor por este tiempo hermoso de mi infancia y adolescencia.
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